sábado, noviembre 16, 2019
DOS RECOMENDACIONES LIBRESCAS (Y UNA FÍLMICA POR ALUSIONES)
Bien, amigos, estamos aquí de nuevo para recomendar un par de lecturas, después de que os haya dejado un tiempo para leeros la magistral biografía de Churchill escrita por Boris Johnson.
Vamos primero con una obra que me ha gustado bastante, EL CAMINO HACIA LA VICTORIA, del historiador norteamericano Douglas Porch, y traducido por Javier Romero Muñoz (que los traductores también son hijos de Dios). Está publicado por Desperta Ferro Ediciones.
Hay que advertir que, aunque se ha publicado ahora en español, no es una novedad, ya que se publicó por primera vez en inglés en 2004. Aun así, creo que esa espera ha valido la pena, ya que está a la altura de las obras de Antony Beevor, Max Hastings o Rick Atkinson, con quien comparte estilo. En este caso, Porch se centra en un teatro de guerra que no suele despertar la atención de los historiadores, como es el del Mediterráneo, en beneficio de otros considerados más decisivos para la suerte del conflicto, como el del norte de Europa o el frente oriental.
Ese menosprecio ya era entonces sentido tanto por Hitler, a quien ese escenario le exasperaba y le aburría, como por los norteamericanos, que lo consideraban una distracción del objetivo principal, que era alcanzar el corazón de Alemania. Tan sólo los italianos, por motivos obvios, y los británicos, por su situación estratégica para conectar su imperio, le concedieron una importancia vital.
Porch, poseedor de una prosa ágil y amena, y trufada de un fino sentido del humor, analiza en detalle ese teatro de guerra vasto y enormemente complejo. Afirma que no fue en absoluto secundario; aunque reconoce que “no fue decisivo”, sí que afirma que “fue crucial”, lo que creo que demuestra de manera convincente. Así pues, os aseguro que después de su lectura no volveréis a ver el teatro mediterráneo de la misma manera.
Entre las sorpresas, destaca su retrato poco favorecedor del siempre elogiado Rommel (con unos argumentos también sólidos, que han hecho tambalear mi admiración por él), así como cierta reivindicación de la discutida figura de Montgomery.
El segundo libro es un estudio completísimo sobre una gente de la que todos hemos escuchado hablar pero de los que hay que reconocer que sabemos más bien poco: las fuerzas de operaciones especiales del Tercer Reich, los brandeburgueses.
Si nos preguntasen por ellos, apenas podríamos decir que capturaban puentes antes de que el enemigo los volase en su retirada, relataríamos por encima la increíble toma de Maikop por el audaz Adrian von Fölkersam y... poco más. Pero, como podíamos intuir, hicieron mucho más, o incluso muchísimo más. Ahora podemos descubrir sus hazañas con el libro LOS BRANDEBURGUESES DE HITLER, de Lawrence Paterson, traducido por Hugo A. Cañete Carrasco y publicado por Ediciones Salamina.
Al parecer, hasta ahora sólo un libro se centraba en estos hombres, el de Helmuth Spaeter, pero creo que era de los años setenta y ni siquiera se tradujo del alemán al inglés. Por tanto, éste de Paterson es, que yo sepa, el único estudio dedicado a ellos que resulta accesible.
Aunque el libro está muy bien documentado y ofrece infinidad de datos, debo advertir que quizás no esté indicado para todos los paladares. En mi opinión, Paterson no tiene el don de la prosa fácil y la lectura se vuelve a menudo un tanto farragosa, lo que lleva a la desconexión.
Incluso algún capítulo resulta un poco pesado, como el dedicado a la campaña holandesa, ya que se relata en detalle cada una de las operaciones, bastante similares entre ellas. El autor tampoco aprovecha las operaciones más espectaculares, como la citada de Fölkersam (en la foto) o alguna realmente sorprendente en el norte de África, para confeccionar un relato emocionante.
Hay que destacar la cuidada edición y el excelente material gráfico, con numerosas fotografías que no tenía vistas.
En suma, obviando esos puntos débiles, para el que sienta curiosidad sobre esa peculiar unidad tan desconocida este libro resulta imprescindible, ya que no hay duda de que la obra de Paterson será la referencia durante mucho tiempo.
Por cierto, ya que hablamos de Paterson, os recomiendo la película del mismo título, una cinta extrañamente encantadora y fascinante a pesar de que -ya os advierto- no sucede prácticamente nada a lo largo de sus 113 minutos de metraje.