Reabro el tema a raíz de un artículo muy interesante aparecido en el diario EL PAIS del pasado domingo 21 de enero, en la página 11 de cuadernillo DOMINGO. Este artículo, titulado "¿Penalizar la negación del Holocausto?" lo firma un periodista británico, Timothy Garton Ash, que escribe semanalmente para este periódico y que, al menos para mí, suele ser bastante acertado en sus planteamientos.
Lo ideal sería transcribirlo, pero como es un poco largo, tan sólo extraeré algunas frases. Garton afirma que "El que sea una medida bienintencionada no significa que sea acertada. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Y esta propuesta es muy desaconsejable".
Ahí va otra: "Si se aprobara, recortaría aún más la libertad de expresión, en un momento en el que sufre amenazas desde muchos lados".
Pero lo que más desmonta esta absurda propuesta es una deliciosa anécdota, relatada por el propio Garton. Las autoridades legales alemanas se han metido en un lío ridículo del que no saben salir; se ve que un tribunal de Stuttgart ha condenado al gerente de una empresa de venta por correo por vender camisetas antifascistas que muestran una esvástica siendo arrojada a una papelera (como en la imagen), o tras la señal de prohibido, etc. Como muestran una esvástica, aunque sea para rechazarla y condenarla, resulta que son ilegales (!!!) y el tipo este debe ir a la cárcel por apología del nazismo, cuando en realidad es antinazi... ¡Menudo lío! ¿Quién da más?
Creo que en este asunto debemos diferenciar claramente dos situaciones:
ResponderEliminarLa primera, la clara apología del nazismo o de cualquier ideología totalitaria que socave claramente los principios más elementales de la democracia y los derechos fundamentales.
La segunda, la exhibición de sus símbolos, que tanto pueden aparecer ante nuestros ojos como instrumentos para la apología o como elementos circunstanciales de actividades claramente dirigidas a otras finalidades (divulgación, entretenimiento crítica política, etc.).
A mi entender, la primera de las situaciones es claramente defendible. Aunque sin duda puede entrar en conflicto con derechos fundamentales como la libertad ideológica o de expresión, es un elemento básico de autodefensa de la propia democracia (y si no, pensad un momento en la siguiente paradoja: ¿puede permitir la democracia que se publiciten y defiendan sistemas políticos que atentan directamente contra su pilar principal, es decir, contra los derechos y libertades fundamentales?). Pero bien, no todo es tan sencillo. En nuestro país está prohibida la negación del genocidio (en la práctica, reducida a la negación del holocausto y la apología del nazismo) y la apología del terrorismo, pero ¿qué me decís de otros sistemas políticos como el comunismo, que tantos millones de muertos han causado y tantos atropellos a los derechos humanos han cometido?
En cambio, la segunda de las situaciones, la estricta prohibición de los símbolos, es una auténtica majadería. Prohibir la esvástica en el ámbito de la divulgación, de los juegos de ordenador, del arte... es una estupidez y lleva a situaciones absurdas coma la descrita por Jesús.
En resumen, pienso la esvástica (y todo símbolo totalitario) debería estar perseguido por las leyes únicamente cuando de su exhibición pública se desprenda un clara apología del régimen político que simbolice.
Saludos.
Mi respuesta a este dilema, caballeros, es la siguiente:
ResponderEliminarhttp://7angels.com.ar//index.php?option=com_content&task=view&id=38&Itemid=43
Espero se tomen el tiempo para leerlo de la misma manera en que yo me tomé este tiempo para leerlo a usted Señor Jesús.