Si recordáis, os dejé conmigo en el Museo de las SS, tratando de superar la frustración de no haber podido visitar el torreón de Himmler...
Pues bien, cuando estaba en el último piso subterráneo del Museo, la ruta de visita seguía a través de una puerta... ¡que daba al foso del castillo! Salí al foso y sí, ¡¡desde allí se podía acceder a la dichosa torre!!
Aquí tenéis la vista de la torre desde el foso, y la puerta de acceso al interior:
Pues entré por la puerta, subí unos escalones y pasé por otra puerta que daba a la cripta. En ese momento no había ningún otro visitante, así que la tenía toda para mí:
Hice una foto y, de repente... ¡¡oí por los altavoces la tremenda bronca de una señora en alemán!! No entendí nada de lo que dijo, pero tuve claro que era a cuenta de la foto que acababa de tirar. Naturalmente, no me iba a ir de allí con una mísera foto en la memoria de mi cámara, así que utilicé la táctica de hacerme el tonto...
Con cara de no haber entendido nada, fui tirando algunas fotos más, mientras oía de música de fondo la llamada al orden de aquella guardiana del campo de Ravensbrück. Como no pude enfocar, sólo ésta quedó medio bien:
Y esta otra, aunque muy movida, es de la esvástica que hay en el techo. Las otras que hice quedaron todavía peor.
Ahí ya paré de hacer fotos y comencé a caminar por la cripta. La verdad es que la sala es el escenario idoneo para toda la parafernalia de la Orden Negra. Lástima que para hacer de esa sala algo políticamente correcto alguien tuvo la idea de colocar allí unos cuadros inspirados en los campos de concentración, pintados por un autor local. Yo entiendo que ese lugar no puede convertirse en un lugar de culto para neonazis, no pido que pongan esvásticas y antorchas, pero los cuadros, saturados de color, rompen totalmente la armonía que presenta esa cripta. Que fuera de ella coloquen todos los elementos que quieran para interpretar adecuadamente lo que ese centro de culto de las SS representa, pero sinceramente, esos cuadros sientan como una patada en la espinilla.
Bien, pues estuve deambulando por la sala hasta que decidí sentarme en uno de esos pedestales para quedarme en completo silencio y tratar de captar su atmósfera, pero nada más hacerlo volví a oir por los altavoces los alaridos de la señora... me puse de pie inmediatamente; estuve a punto de entrechocar los tacones y gritar Jawohl!, pero pensé que quizás eso iba a contribuir a tensar aún más la situación.
La cripta se supone que iba a servir para conmemorar a los muertos. En el centro de la sala se planeó una llama eterna alimentada mediante una tubería de gas. El uso que se iba a dar a los pedestales se desconoce.
Información práctica si váis a visitarla: La cámara de seguridad, tipo ojo de pez, se encuentra en la pared de la izquierda, nada más entrar, en la parte de arriba del todo. Si queréis hacer fotos, mirad de colocaros de espaldas a la cámara. Si lleváis vuestra cámara colgada del cuello, acordaros de desactivar el flash y podéis ir haciendo todas las fotos que queráis...
Salí de la cripta -reparando en un letrero muy hermoso que prohibe hacer fotos pero que juro que no vi- y subí a la sala de columnas, conocida como Obergruppenführersaal o Sala de los Generales.
Allí había otro cartel de esos, pero en cuanto entré hice una foto. Como temía, volví a oir a la pesada de la señora por los altavoces... volví a poner cara de Míster Bean y decidí hacer más fotos, pero lo dejé estar porque temí que acabaran quitándome la tarjeta de la cámara o vete a saber. Así que di vueltas por la sala, que tenía estos horribles cojines naranjas por el suelo:
Se ve que acababan de usar la sala para impartir una conferencia o algo, había por allí papeles. Total, que aquellos cojines tan cantones estropeaban la atmósfera de la sala como los cuadros con la cripta, un desastre...
Pero bueno, la cuestión era aislarse de esos elementos perturbadores y tratar de captar la esencia... y la verdad es que se capta.
La sala tiene en en suelo de mármol un mosaico en el que se representaba un sol cuyos doce rayos estaban compuestos por las runas SS, conocido hoy como Sol negro. Se supone que iba a ser una sala de reunión para los líderes de las SS.
Una cosa que sorprende mucho es precisamente eso, la falta de información existente sobre la utilidad de la cripta y la sala. Todo son conjeturas, lo que es muy extraño, ya que las SS lo tenían todo documentado y estipulado.
La información práctica de la cripta es válida para la sala de columnas. Pero aquí lo tenéis más fácil porque las columas os pueden servir de parapeto para ir tirando fotos sin que os vean.
En resumen. La visita al Castillo de Wewelsburg es imprescindible para todo interesado en el Tercer Reich y ya no digamos si le interesa el tema del ocultismo de las SS, así que ya sabéis...
jueves, septiembre 22, 2011
lunes, septiembre 19, 2011
Viaje a Alemania IV. Wewelsburg (2ª Parte)
Bien, sigamos con el relato del viaje. Si recordáis, quedamos en que salí del castillo desconcertado por no haber podido visitar el torreón en donde se encuentra la cripta y la sala de columnas de Himmler -de hecho, lo que me había llevado hasta allí-.
Pensé en preguntar a la señora que había en la recepción del Museo, pero me asaltaron las dudas; ¿como lo pregunto?, ¿How I can get into the Himmler's tower?, I want to visit the tower of the SS...
Ya de por sí, como todo hombre que se precie, me cuesta admitir que no he sabido encontrar un lugar por mis propios medios y aceptar la humillación de tener que preguntar, pero es que además eso de preguntar por algo de las SS en Alemania... Total, que salí del castillo para ver si haciendo un reset se me ocurría algo.
Y al salir, al lado del restaurante y a unos cien metros de la entrada del castillo, vi este edificio:
Para mi sorpresa, esa casa alojaba el museo deidicado a las SS, que había visto en la web del castillo. Bajo el aséptico nombre de "Wewelsburg 1939-1945 Memorial Museum" se esconde el ÚNICO museo del mundo dedicado a las SS. Supongo que habrá colecciones privadas bastante bien surtidas, pero el material que se puede ver en este museo supera las expectativas, ya que no se limita al tema de las SS sino que trata del Tercer Reich en general.
A continuación os muestro las fotos que tomé allí. Disculpad por la infame calidad de las fotos, si es que son dignas de ese nombre. A los viajes suelo llevar una cámara compacta para ganar movilidad, con la que puedo tomar fotos de exterior decentes, pero en interior ya lo véis. En el próximo viaje no pasará lo mismo.
Tendría que explicaros lo que es cada foto, pero hoy no estoy muy católico por el cambio de tiempo, así que no me apetece enrollarme. Tendréis que adivinar lo que es cada cosa, pero presumo de que ya sabéis bien de qué va todo esto y lo identificaréis rápido:
Estas últimas fotos son mis preferidas. Hablé de estos dos tipos de objetos -la porcelana y los pins- en mi libro EL REICH DE LOS MIL AÑOS, pero no había tenido la oportunidad de verlos en vivo, por lo que me hizo muchísima ilusión tenerlos delante. Para saber la singular historia que tienen detrás os remito a mi libro.
Y nada, visitando el Museo me olvidé por un rato de la frustración de no haber podido visitar la torre de Himmler. Pero, de repente, y para mi sorpresa...
CONTINUARÁ
Pensé en preguntar a la señora que había en la recepción del Museo, pero me asaltaron las dudas; ¿como lo pregunto?, ¿How I can get into the Himmler's tower?, I want to visit the tower of the SS...
Ya de por sí, como todo hombre que se precie, me cuesta admitir que no he sabido encontrar un lugar por mis propios medios y aceptar la humillación de tener que preguntar, pero es que además eso de preguntar por algo de las SS en Alemania... Total, que salí del castillo para ver si haciendo un reset se me ocurría algo.
Y al salir, al lado del restaurante y a unos cien metros de la entrada del castillo, vi este edificio:
Para mi sorpresa, esa casa alojaba el museo deidicado a las SS, que había visto en la web del castillo. Bajo el aséptico nombre de "Wewelsburg 1939-1945 Memorial Museum" se esconde el ÚNICO museo del mundo dedicado a las SS. Supongo que habrá colecciones privadas bastante bien surtidas, pero el material que se puede ver en este museo supera las expectativas, ya que no se limita al tema de las SS sino que trata del Tercer Reich en general.
A continuación os muestro las fotos que tomé allí. Disculpad por la infame calidad de las fotos, si es que son dignas de ese nombre. A los viajes suelo llevar una cámara compacta para ganar movilidad, con la que puedo tomar fotos de exterior decentes, pero en interior ya lo véis. En el próximo viaje no pasará lo mismo.
Tendría que explicaros lo que es cada foto, pero hoy no estoy muy católico por el cambio de tiempo, así que no me apetece enrollarme. Tendréis que adivinar lo que es cada cosa, pero presumo de que ya sabéis bien de qué va todo esto y lo identificaréis rápido:
Estas últimas fotos son mis preferidas. Hablé de estos dos tipos de objetos -la porcelana y los pins- en mi libro EL REICH DE LOS MIL AÑOS, pero no había tenido la oportunidad de verlos en vivo, por lo que me hizo muchísima ilusión tenerlos delante. Para saber la singular historia que tienen detrás os remito a mi libro.
Y nada, visitando el Museo me olvidé por un rato de la frustración de no haber podido visitar la torre de Himmler. Pero, de repente, y para mi sorpresa...
CONTINUARÁ
jueves, septiembre 15, 2011
Viaje a Alemania III. Wewelsburg (1ª Parte)
Bien, vamos ya con el plato fuerte de mi viaje: el Castillo de Wewelsburg.
Como sabéis, este castillo renacentista fue elegido por el detestable jefe de las SS, Heinrich Himmler, para convertirlo en el centro de culto de su nueva "religión".
Allí, Himmler pretendía llevar a cabo una serie de ritos estrafalarios, ambientados en un grotesco kitsch nazi-medieval, en una cripta y una sala rodeada de columnas, pero ya hablaremos más adelante de ello.
Como os dije, escogí como campo base la pequeña ciudad de Paderborn. Para ir a Wewelsburg hay que tomar el autobús 460 que sale de unos andenes situados junto a la estación del tren. La frecuencia es uno cada hora, pero vigilad si váis en fin de semana, ya que es cada dos horas. Antes que nada, consultad los horarios que hay en los paneles situados junto a la parada. El precio del billete, que se paga al conductor, es de 5,70 euros por trayecto para un agradable recorrido por carreteras locales de una media hora. La parada de destino leí que era "Büren-Wewelsburg", pero yo bajé una antes, la primera al llegar al pueblo de Wewelsburg, ya que vi el castillo que estaba cerca y decidí bajarme ahí ya.
Desde la parada comencé a caminar por un camino asfaltado que pasa junto a las casas en dirección al castillo; ahí, detrás de los árboles, lo podéis ver:
Luego bajé por el camino, atravesé la carretera y subí por una escalera hasta llegar a la terraza del restaurante que hay junto al castillo. De ahí me dirigí ya al interior, al que se accede libremente. Aquí véis el patio:
El ala izquierda acoge un Albergue Juvenil. En el torreón que véis delante está la cripta y la sala de columnas, ambas circulares. Justo detrás de mi posición, entre las dos torres, se encuentra la entrada al museo del Castillo, o Kreismuseum.
Entré en él (precio del ticket: 3 euros) y comencé la visita. La primera sala era ésta; Himmler la utilizaba para celebrar bodas bajo el rito SS. Allí había una fotografía de una de aquellas bodas, y se podía comprobar que la disposición apenas había cambiado.
La visita comenzaba muy bien, pero pronto llegó la decepción. Desplegué el plano que me dieron a la entrada y contemplé horrorizado... ¡que el torreón de la cripta y la sala quedaba fuera del área de visita!
Pues sí, mientras que las salas visitables presentaban varios colores, el torreón figuraba en un decepcionante color gris, al igual que el ala del Albergue.
Aun así, intenté llegar lo más cerca del torreón para ver si tenía alguna opción de acceder a él, pero en vano. Por lo demás, las salas que se podían visitar no presentaban demasiado interés. El interior del castillo quedó destruido al final de la guerra, pero en vez de reconstruirlo en estilo medieval se ha apostado por el aséptico estilo de una sala de exposiciones actual.
Salí del museo y me dirigí a la puerta del torreón, a ver si alguien se la había dejado abierta... pero nada, como dice Mortadelo, estaba más cerrada que la gatera de un submarino.
¿Me quedaría sin ver el torreón? ¿Había hecho más de mil kilómetros para volver de vacío?
La respuesta, la próxima semana.
Como sabéis, este castillo renacentista fue elegido por el detestable jefe de las SS, Heinrich Himmler, para convertirlo en el centro de culto de su nueva "religión".
Allí, Himmler pretendía llevar a cabo una serie de ritos estrafalarios, ambientados en un grotesco kitsch nazi-medieval, en una cripta y una sala rodeada de columnas, pero ya hablaremos más adelante de ello.
Como os dije, escogí como campo base la pequeña ciudad de Paderborn. Para ir a Wewelsburg hay que tomar el autobús 460 que sale de unos andenes situados junto a la estación del tren. La frecuencia es uno cada hora, pero vigilad si váis en fin de semana, ya que es cada dos horas. Antes que nada, consultad los horarios que hay en los paneles situados junto a la parada. El precio del billete, que se paga al conductor, es de 5,70 euros por trayecto para un agradable recorrido por carreteras locales de una media hora. La parada de destino leí que era "Büren-Wewelsburg", pero yo bajé una antes, la primera al llegar al pueblo de Wewelsburg, ya que vi el castillo que estaba cerca y decidí bajarme ahí ya.
Desde la parada comencé a caminar por un camino asfaltado que pasa junto a las casas en dirección al castillo; ahí, detrás de los árboles, lo podéis ver:
Luego bajé por el camino, atravesé la carretera y subí por una escalera hasta llegar a la terraza del restaurante que hay junto al castillo. De ahí me dirigí ya al interior, al que se accede libremente. Aquí véis el patio:
El ala izquierda acoge un Albergue Juvenil. En el torreón que véis delante está la cripta y la sala de columnas, ambas circulares. Justo detrás de mi posición, entre las dos torres, se encuentra la entrada al museo del Castillo, o Kreismuseum.
Entré en él (precio del ticket: 3 euros) y comencé la visita. La primera sala era ésta; Himmler la utilizaba para celebrar bodas bajo el rito SS. Allí había una fotografía de una de aquellas bodas, y se podía comprobar que la disposición apenas había cambiado.
La visita comenzaba muy bien, pero pronto llegó la decepción. Desplegué el plano que me dieron a la entrada y contemplé horrorizado... ¡que el torreón de la cripta y la sala quedaba fuera del área de visita!
Pues sí, mientras que las salas visitables presentaban varios colores, el torreón figuraba en un decepcionante color gris, al igual que el ala del Albergue.
Aun así, intenté llegar lo más cerca del torreón para ver si tenía alguna opción de acceder a él, pero en vano. Por lo demás, las salas que se podían visitar no presentaban demasiado interés. El interior del castillo quedó destruido al final de la guerra, pero en vez de reconstruirlo en estilo medieval se ha apostado por el aséptico estilo de una sala de exposiciones actual.
Salí del museo y me dirigí a la puerta del torreón, a ver si alguien se la había dejado abierta... pero nada, como dice Mortadelo, estaba más cerrada que la gatera de un submarino.
¿Me quedaría sin ver el torreón? ¿Había hecho más de mil kilómetros para volver de vacío?
La respuesta, la próxima semana.
lunes, septiembre 12, 2011
Viaje a Alemania II. Paderborn (2ª Parte)
Bien, disculpad la tardanza en retomar el relato del viaje, agradezco vuestra paciencia. Y es que vuelvo a estar liado; debo dar los penúltimos toques al nuevo libro que sale en noviembre y, por si fuera poco, ya me están metiendo prisa con el siguiente libro, que acabo de comenzar a escribir (!).
Vamos con la segunda y última parte dedicada a la pequeña ciudad de Paderborn, el campo base que elegí para atacar el Castillo de Wewelsburg, el gran objetivo del viaje. Lástima que ahora no tengo tiempo para explicar con detenimiento todo lo acaecido en ese lugar en marzo de 1945, porque Paderborn constituyó un objetivo prioritario para las tropas norteamericanas, ya que estaba previsto que convergiesen ahí el 9º Ejército, liderado por el general William Simpson, y el 1º Ejército, dirigido por el general Courtney Hodges, envolviendo así el Grupo de Ejércitos B del mariscal Walther Model.
Como bien recordaba nuestro compañero Von Kleist en el post anterior, los norteamericanos se encontraron con la resistencia de los tanques pertenecientes al Regimiento Panzer de Instrucción y Reemplazos de las SS, ubicado en Augustdorf, un pueblo situado a unos 15 kilómetros de Paderborn.
Para el que le interese conocer en detalle los movimientos de tropas en torno a Paderborn, le recomiendo el libro LA BATALLA DEL RUHR, de Derek S. Zumbro, en donde viene todo bastante bien explicado.
Aunque Paderborn jugó un importante papel en esa fase de la guerra, pocos vestigios de pueden apreciar hoy día de esos combates. La ciudad resultó destruida por una serie de bombardeos -incluso la torre de la Catedral se vino abajo-, pero fue totalmente reconstruida durante la posguerra.
Lo único que encontré fue este panel en el que hay dos fotos: una tomada antes de la guerra y otra después de los bombardeos, en la que se pueden apreciar los daños que sufrió esa calle.
Resulta curioso comparar esa imagen con la que ofrece hoy día ese mismo lugar, aunque el edificio principal que se ve en la foto, el Ayuntamiento, casi no se aprecia en la foto que tomé, al estar al fondo.
Y por último, vamos con la nota curiosa. Como os dije, me sorprendió una extraña conexión existente entre Paderborn y mi ciudad, Barcelona. Mirad el escudo de la ciudad alemana:
Y comparadlo con el de Barcelona:
Yo pensé que se trataba de una simple coincidencia, como el hecho de que los taxis de Alejandría sean negros y amarillos como los inconfundibles taxis barceloneses, lo que me provocó una desconcertante sensación cuando estuve allí.
Pero la "conexión" Paderborn-Barcelona no acababa ahí. A apenas cincuenta metros del edificio que luce ese escudo, se encuentra este bar, la prueba definitiva:
Pues sí, se llama "Café & Bar Celona".
Teniendo en cuenta que no hay nada que objetivamente una a ambas ciudades, debe tratarse necesariamente de alguna línea telúrica de fuerza o algo así; hasta aquí mi humilde aportación, revelando la existencia de ese sorprendente y misterioso vínculo, ahora han de ser otros los que desentrañen ese arcano...
Vamos con la segunda y última parte dedicada a la pequeña ciudad de Paderborn, el campo base que elegí para atacar el Castillo de Wewelsburg, el gran objetivo del viaje. Lástima que ahora no tengo tiempo para explicar con detenimiento todo lo acaecido en ese lugar en marzo de 1945, porque Paderborn constituyó un objetivo prioritario para las tropas norteamericanas, ya que estaba previsto que convergiesen ahí el 9º Ejército, liderado por el general William Simpson, y el 1º Ejército, dirigido por el general Courtney Hodges, envolviendo así el Grupo de Ejércitos B del mariscal Walther Model.
Como bien recordaba nuestro compañero Von Kleist en el post anterior, los norteamericanos se encontraron con la resistencia de los tanques pertenecientes al Regimiento Panzer de Instrucción y Reemplazos de las SS, ubicado en Augustdorf, un pueblo situado a unos 15 kilómetros de Paderborn.
Para el que le interese conocer en detalle los movimientos de tropas en torno a Paderborn, le recomiendo el libro LA BATALLA DEL RUHR, de Derek S. Zumbro, en donde viene todo bastante bien explicado.
Aunque Paderborn jugó un importante papel en esa fase de la guerra, pocos vestigios de pueden apreciar hoy día de esos combates. La ciudad resultó destruida por una serie de bombardeos -incluso la torre de la Catedral se vino abajo-, pero fue totalmente reconstruida durante la posguerra.
Lo único que encontré fue este panel en el que hay dos fotos: una tomada antes de la guerra y otra después de los bombardeos, en la que se pueden apreciar los daños que sufrió esa calle.
Resulta curioso comparar esa imagen con la que ofrece hoy día ese mismo lugar, aunque el edificio principal que se ve en la foto, el Ayuntamiento, casi no se aprecia en la foto que tomé, al estar al fondo.
Y por último, vamos con la nota curiosa. Como os dije, me sorprendió una extraña conexión existente entre Paderborn y mi ciudad, Barcelona. Mirad el escudo de la ciudad alemana:
Y comparadlo con el de Barcelona:
Yo pensé que se trataba de una simple coincidencia, como el hecho de que los taxis de Alejandría sean negros y amarillos como los inconfundibles taxis barceloneses, lo que me provocó una desconcertante sensación cuando estuve allí.
Pero la "conexión" Paderborn-Barcelona no acababa ahí. A apenas cincuenta metros del edificio que luce ese escudo, se encuentra este bar, la prueba definitiva:
Pues sí, se llama "Café & Bar Celona".
Teniendo en cuenta que no hay nada que objetivamente una a ambas ciudades, debe tratarse necesariamente de alguna línea telúrica de fuerza o algo así; hasta aquí mi humilde aportación, revelando la existencia de ese sorprendente y misterioso vínculo, ahora han de ser otros los que desentrañen ese arcano...
miércoles, septiembre 07, 2011
Viaje a Alemania I. Paderborn (1ª Parte)
Bien, vamos con la crónica de mi último friki-viaje a Alemania.
Al alba y con viento de levante, tomé un vuelo de Lufthansa Barcelona-Colonia con escala en Frankfurt; curiosamente, porque no lo había visto nunca, el trayecto Frankfurt-Colonia no es en avión aunque llevas la tarjeta de embarque y todo, sino en un tren de alta velocidad, que se toma en el mismo aeropuerto de Frankfurt. La ventaja es que te deja en la estación central de Colonia, justo en el centro, a escasos cien metros de la famosa Catedral, y te ahorras el siempre engorroso transporte aeropuerto-ciudad.
Por cierto, si váis a Alemania, comprad antes por internet los billetes de tren de los trayectos que tengáis previsto hacer. A través de esta web de la Deutsche Bahn -a prueba de dummies- es sencillísimo comprar e imprimirse los billetes.
Desde Colonia me dirigí también en tren a Paderborn, una pequeña ciudad que la escogí por su proximidad al primer objetivo del viaje, el castillo de Wewelsburg. Aunque se puede pernoctar en el propio castillo, ya que hay un albergue juvenil, hace tiempo que acabé muy quemado de los Youth Hostel, así que preferí dormir como Dios manda en un Hotel Ibis de Paderborn.
Yo no sabía nada de esta ciudad, así que me sorprendió muchísimo, ya que no esperaba encontrar allí nada particularmente interesante. Sin embargo, me encontré con el sueño de todo turista; un lugar turístico sin turistas. A pesar de ser una ciudad preciosa y muy agradable, casi no había visitantes -apenas algún grupo de jubilados alemanes-, ni había ninguna tienda de souvenirs.
Aquí tenéis algunas imágenes de Paderborn:
El típico mercadillo alemán donde la gente compra fruta, flores, carne en las carnicerías móviles y sobre todo patatas, y en donde no faltan los puestos donde tomarse una cerveza y comer una salchicha. Estos mercadillos me encantan...
Aquí, la Catedral de la ciudad. Como véis, el torreón es apabullante, y el interior, sencillo pero solemne.
Paderborn fue fundada por Carlomagno como obispado, y ahora se ve que es arzobispado, por lo que es un lugar de referencia de la Iglesia católica alemana; en la ciudad se pueden encontrar bastantes tiendas de artículos religiosos y se ven monjas por la calle.
Aquí, una agradable plazoleta, donde sentarse a la sombra para descansar a mitad del paseo y escuchar como cae el agua de la fuente... además se oía la música de un acordeón.
Y aquí el impactante edificio del Ayuntamiento...
Pues ya lo véis, en donde menos te piensas salta la liebre.
En el próximo capítulo, veremos lo que encontré allí relacionado con la Segunda Guerra Mundial y descubriremos una curiosa e inesperada conexión entre Paderborn y mi ciudad...
viernes, septiembre 02, 2011
Lecturas veraniegas
Bueno, antes de comenzar con el relato de mi viaje a Alemania, creo que es necesario dedicar un breve apunte a mis lecturas veraniegas.
En las entrevistas, es muy socorrido preguntar a los famosos qué libros se van a llevar a su lugar de veraneo. Todos dicen que se llevan varios, pero no engañan a nadie; en verano, al final uno está todavía más ocupado que durante el resto del año y no hay mucho tiempo para leer, pero bueno, es curioso conocer la respuesta porque así se sabe por dónde va cada uno...
En mi caso, sólo he leído un libro este verano, que lleva el sospechoso título de HABLA EL FÜHRER, publicado por Ediciones G.P. en 1968. El libro es simplemente una recopilación de varios discursos de Hitler, algo que no me llamaba especialmente la atención hasta que este verano decidí darle una oportunidad.
Los antecedentes de lectura de palabras pronunciadas por Hitler no eran nada estimulantes. Hace ya años leí su MEIN KAMPF y me pareció un conjunto de ocurrencias y divagaciones que moverían a la conmiseración si no fuera por las funestas consecuencias de todos conocidas.
También leí el libro LAS CONVERSACIONES PRIVADAS DE HITLER, que me decepcionó totalmente; las ideas que exponía ante su círculo íntimo eran las que suelta el enterado de turno en una charla de café, que sin saber de nada pontifica sobre lo divino y lo humano y cree tener la clave para arreglar el mundo...
El libro de HITLER Y SUS GENERALES, en el que se reproducen las actas de las reuniones que mantenía con ellos, tampoco sirvió para mejorar el concepto que tenía de él.
Así pues, comencé el libro de sus discursos pensando que lo iba a dejar a las pocas páginas. Además, la idea que tenemos de sus discursos es la de la esas imágenes en las que se le ve gritando y gesticulando como si estuviera en trance, así que nada movía al optimismo.
En cambio, tengo que reconocer que el libro me ha sorprendido totalmente. Hay que decir que los discursos transcritos no son los que pronunciaba por la radio a toda la nación, o los que largaba a los asistentes a los congresos de Nuremberg. Se trata de conferencias -por así decirlo- a grupos escogidos, ya fuera de oficiales, miembros del partido, empresarios, etc.
En primer lugar, me ha sorprendido la duración de estos discursos, normalmente de un par de horas. Y después, me ha sorprendido lo bien estructurados que están, a pesar de que parece que son fruto de la improvisación, ya que hay frases sin concluir, digresiones...
En contra de lo que pudiera parecer, en ellos expone de manera clara y utilizando el lenguaje de la calle principios políticos y económicos de cierta complejidad, salpimentados con comentarios humorísticos en los que prima sobre todo la ironía, lo que hace que esos discursos sean tan didácticos como amenos.
Es fascinante seguir sus razonamientos, de una lógica aparentemente impecable a pesar de estar basados en la mayoría de casos en falacias, sabiendo las terribles consecuencias que tuvo su aplicación. Nosotros tenemos esa ventaja, pero los que le escuchaban entonces no lo sabían, y es lógico que le compraran esa mercancía averiada, al estar expuesta de un modo tan inatacable.
En estos discursos, Hitler se muestra muy hábil encadenando verdades, medias verdades y mentiras, dominando la técnica que consiste en relacionar entre sí acontecimientos completamente dispares para apoyar sus argumentos.
Sería muy interesante exponer aquí algunos de esos argumentos para que pudiérais comprobar la desconcertante solidez que presentaban, pero el post se haría un poco largo... Así que lo mejor es que os lo compréis, que he visto que todavía se puede comprar en Iberlibro (aunque lo parezca, no me llevo comisión).
Pues el próximo verano ya sabéis; cuándo os pregunten qué libro os váis a llevar a la playa les decís que "los discursos de Hitler", y luego me explicáis la cara que os han puesto...