martes, febrero 17, 2015
DE FRACASO EN FRACASO HASTA LA VICTORIA FINAL
Mientras esperamos la próxima entrega de la Colección Gregorio Torres, vamos con una entrada dedicada a un libro del que ya os hablé, UN EJÉRCITO AL AMANECER, de Rick Atkinson.
Como os dije, tengo este libro desde hace la friolera de 8 años criando polvo en una estantería; como habla de la Operación Torch, que no me parecía muy emocionante, unido a su gran extensión -568 páginas, notas aparte-, no me había decidido a hincarle el diente.
Pero después de devorarme el tercer tomo de la trilogía de la que forma parte, el extraordinario LOS CAÑONES DEL ATARDECER, me lancé ávidamente sobre éste como león sobre gacela.
Ayer lo terminé y no me ha decepcionado en absoluto. Con la lectura de este libro ha cambiado totalmente mi percepción tanto de la Operación Torch como de la posterior campaña de Túnez.
Antes tenía la idea de que Torch había sido prácticamente un paseo, y que la campaña tunecina poco menos, a pesar del serio traspiés del Paso de Kasserine. Pues nada más lejos de la realidad; con la lectura del libro de Atkinson te das cuenta de que los Aliados acumularon en realidad fracaso tras fracaso.
Sólo la operación de desembarco, que se esperaba relativamente plácida, sufrió varios fiascos fruto de la mala planificación y de una peor puesta en práctica. El asalto a Orán, por ejemplo, fue un desastre absoluto, algo que yo desconocía, lo que ha supuesto una sorpresa para mí. Seguro que si España sufre un fracaso militar como ése a lo largo de su historia, se estaría recordando por todos en todo momento, pero los anglosajones tienen una habilidad especial para ocultar los desastres y, cuando eso es imposible, transformarlos en una victoria...
Pero si los desembarcos no marcharon según lo previsto, durante la campaña de Túnez los errores continuaron, provocando muchos retrasos y dudas en el resultado final. Además, los norteamericanos y británicos estuvieron a matarse, a lo que había que sumar los siempre incordiantes franceses... aquello fue una auténtica olla de grillos, hasta que en marzo de 1943 -tras el duro escarmiento de Kasserine- se comenzó a poner algo de orden.
Leyendo el libro te enteras de las terribles dificultades con las que se encontraron los Aliados para derrotar a los alemanes, muchas más de las que nos imaginamos. Y también tienes oportunidad de comprobar el tremendo valor que las tropas germanas exhibieron en Túnez, una valentía digna de mejor causa; a pesar de que los soldados sabían que estaban irremediablemente condenados, no se rindieron hasta que los Aliados tomaron el último rincón de Túnez.
Ahora, perdonad el inciso de libro de autoayuda barato... Es inevitable extraer de este libro algunas conclusiones que nos podemos aplicar a nosotros mismos. Detrás de todo gran éxito, como el que consiguieron los Aliados, hay un largo camino que a menudo está empedrado de sucesivos fracasos. El propio Montgomery -que de fracasos sabía bastante- dijo que lo importante era tener un 51 por ciento de aciertos. La clave es, si se tiene claro el objetivo, no desanimarse en ningún momento, perseverar y superar todos los obstáculos que vayan apareciendo. Mi experiencia personal confirma ese principio; los fracasos están para ser superados y cuando has dado buena cuenta de todos ellos, llega un momento en el que, misteriosamente, todo parece conspirar a tu favor, y lo digo en serio. Fin del inciso.
Ahora, sin solución de continuidad, he comenzado la lectura del segundo libro de la trilogía, EL DÍA DE LA BATALLA, de 888 páginas, notas aparte. A pesar de su extensión, que me garantiza dos o tres semanas de diversión, ya siento pena por el día que lo acabe, y sé que sentiré ese extraño vacío existencial que se apodera de uno cuando acaba de ver el último capítulo de una de esas series de TV a las que uno se queda enganchado...
Por cierto, a partir de este jueves podréis encontrar una novedad bibliográfica mía en las librerías. Permanezcan atentos a sus pantallas.
A mí también me impresionó este libro, te das cuenta que a los anglo americanos les dieron de bofetadas una tras otra, y que tuvieron que aprender si o sí de qué iba la historia. Vamos, que prácticamente era un ejército de novatos.
ResponderEliminarEsperando empezar El día de la Batalla y Los cañones del atardecer.
Cuando piensas que todo está escrito menudas sorpresas más agradables te llevas ¡
Un saludo
Sé que es un off-topicazo, pero por fin, trás un extravio inexplicable de Correos y un mes de Enero propio de una peli de epidemias YA tengo mi imán. He aquí la prueba:
ResponderEliminarhttp://imgur.com/awghqO8
Gracias lider
Me alegra, Onor, que coincidas con mi apreciación... es un libro impresionante, al igual que Los cañones del atardecer. Ya llevo 100 páginas de El día de la batalla y sigue la misma línea genial.. vaya trilogía se marcó Atkinson, el premio Pulitzer que le dieron me parece poco y todo.
ResponderEliminarjaja... nunca es tarde si la dicha es buena, gracias roelibros, un saludo!
Buenas Jesus
ResponderEliminarCuriosamente, los que más se alegraron de los traspiés del US Army fueron... sus aliados britanicos. Los "brits" llevaban escuchando desde 1941 comentarios condescendientes (cuando no, críticos) de los estadounidenses en el sentido de que no luchaban bien contra los alemanes. Así que cuando los chichos de Fredendall se las dieron de bruces con la maquina militar germana en Kasserine, hubo cierto político ingles (no recuerdo quien) que comentó, parafreaseando la por aquel entonces famosa novela "How green was my valley" ("Que verde era mi valle") que a los americanos iban a dedicarle la segunda parte, titulada "How green was my Ally" ("Que verde estaba mi aliado").
Saludos
Hola, completamente de acuerdo, me lo leí en el kindle hace un año o dos y la verdad, ni me imaginaba lo que cuenta que pasó en África...a Ike y a los americanos los pone a caer de un burro. Saludos.
ResponderEliminarAhora estoy con El día de la Batalla y ya he tenido alguna sorpresa también, como el lanzamiento de paracaidistas que fue objeto de fuego amigo, por una acumulación de graves incompetencias, y que causó la muerte, si no he leído mal, de 400 paracadistas (!).
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