
Pues no me voy a Benidorm, como decía aquella canción de los Nikis, ni a Marina d´Or Ciudad de Vacaciones, sino a Lanzarote, que igual está un poco más tranquilo. La verdad es que no tengo ganas de coger vacaciones, porque estoy metido de lleno en lo de la guerra de Secesión y este impasse me va a hacer perder el ritmo. Cuando cortas, luego tardas una semana más en volver a pillar la dinámica de escribir, así que de buena gana me quedaría... en serio.
Pero claro, a nadie le amarga un dulce y me voy con la mujer y el niño para las Canarias. Hace una semana pillamos un pack de esos de viajes Halcón, soltamos la pasta y ya está, con los billetes en la mano y el lunes para el aeropuerto. Eso me ha hecho recordar cuando los viajes veraniegos eran otra cosa...

Me acuerdo que parábamos en un hostal que se llamaba El Ciervo, por los Monegros, en el que había una empalizada con un ciervo de verdad e íbamos a verlo de cerca. No sé si estará aún el ciervo (supongo que en todo caso sería el hijo o el nieto del que estaba entonces), a ver si alguien tiene noticias actuales.


Esto fue hasta 1977. Después vino el Seat 124, con el que íbamos a Murcia, al Mar Menor. Este coche era más fiable, pero como se calentaba un montón debíamos ir con la calefacción puesta, y eso en agosto... Entonces había autopista, pero a trozos. Y no veas atravesando Valencia, el llamado Semáforo de Europa. Aquellos viajes, aunque menos, también eran míticos.
Y ahora todo es mucho más fácil. Al aeropuerto y te plantas en otro sitio, te llevan al hotel, y a la piscina.
Pues nada, me voy para allá y nos vemos dentro de quince días. ¡Un saludo!