
Bueno, como sabéis, Alvaro Lozano, el autor de varios libros indispensables como Operación Barbarroja, Kursk o La Alemania Nazi, ha sacado nuevo libro, EL HOLOCAUSTO Y LA CULTURA DE MASAS. Aunque es un "librito" por su tamaño y extensión, es un ensayo brillante, esclarecedor y sobre todo valiente, sobre un tema tan delicado como el del Holocausto.

En la próxima entrada os daré mi opinión sobre lo que Alvaro plantea en su ensayo, pero aqui tenéis la entrevista que le han hecho nuestros reporteros de ¡Es la Guerra!.
¿Qué te motivó a escribir este libro?
El objetivo central de la obra es explicar (de forma muy concisa, dadas las características de la colección –Melusina, SIC-), la situación actual de la representación del Holocausto. El campo de Auschwitz y la película de Spielberg me parecieron especialmente representativos. En la actualidad, existen dos demandas concretas del público respecto a las representaciones del pasado y, muy en particular, del Holocausto.
La primera es una exigencia de historias “humanas” que incluyan el triunfo final de la voluntad y la determinación. La segunda es la búsqueda de autenticidad, la de encontrar una historia que “realmente” sucediera, aunque narrada de acuerdo con códigos del cine de masas. En realidad, existe una contradicción obvia entre estas dos exigencias, pues las historias auténticas casi nunca sucedieron de acuerdo con las normas de las representaciones convencionales y rara vez se saldaron con el triunfo del bien sobre el mal.

¿Crees que tu visión de Auschwitz como un “parque temático del Holocausto” puede acarrearte críticas?
Las críticas siempre son inevitables en un tema tan delicado como el Holocausto. A pesar de todo, considero que la obra se aleja de cualquier planteamiento revisionista o negacionista. En realidad, mi tesis sobre Auschwitz es que ha sido reconstruido para el “consumo” de los turistas y que no es el que encontraron los aliados en 1945. Hasta el historiador judío Yaffa Erlich ha señalado con gran preocupación que: “No hay mejor negocio que el negocio del Holocausto”. Por otro lado, existe el peligro de que si dejamos que las reliquias sirvan para elaborarnos el recuerdo, esos objetos requerirán una conservación que, a la postre, les roba su autenticidad. Si para probar la existencia de las cámaras de gas necesitamos de esas reliquias, debido a las técnicas de conservación, corremos el peligro de que la memoria del Holocausto sea un mero souvenir “ersatz” creado exclusivamente para el “consumo” de los turistas.
Al pasear por el “Auschwitz turístico”, no vemos un pasado cuidado para el presente. No experimentamos el pasado como era, sino un pasado que ha sido recreado artificialmente para el consumo de masas. El resultado es que, cuanto más grande es la manipulación, más grande es el efecto y los ingresos. Cuanto más nos alejemos de la preservación auténtica, tanto más caemos en el entretenimiento más puro y, posteriormente, en el terreno de la imaginería. Sin quererlo, ingresamos en un “parque temático del Holocausto”, más que a un auténtico campo de concentración en el que decenas de miles de personas fueron asesinadas sin piedad.

¿Por qué elegiste dedicar un capítulo a La Lista de Schindler?
El hecho de que millones de personas que han visto La Lista de Schindler tuvieran poco conocimiento previo (o posterior) sobre el Holocausto hace que ésta se haya convertido en la única fuente de información sobre el Holocausto. Limitándose a una historia singular, cuyo poder radica en su supuesta “autenticidad” y considerando la ignorancia de muchos de los espectadores sobre el contexto histórico en el que tuvo lugar, la película distorsiona la “realidad” del Holocausto, o al menos, deja fuera muchas otras “realidades”, en particular, la más común de todas: el asesinato masivo a nivel industrial. El mal que muestra la película de Spielberg es un mal con el que es posible convivir a través de perseverancia, fuerza de voluntad y determinación. Esto resulta perturbador porque los millones de personas que fallecieron tenían la misma voluntad y la misma perseverancia, y no eran en modo alguno inferiores y, sin embargo, murieron de la manera más abyecta.
La idea de la supervivencia a través de la habilidad personal no debería tener cabida en la reconstrucción histórica del Holocausto. Es una idea tan perniciosa como la contraria, es decir, que los peores sobrevivieron, mientras que los mejores sucumbieron. En la película de Spielberg, un hecho relativamente menor y extraordinario, se ha transformado en una representación paradigmática de la historia en su conjunto, destruyendo o, al menos, desdeñando el hecho de que en el Holocausto “real”, la mayoría de los judíos murieron, muchos alemanes colaboraron con los verdugos, la mayor parte de las víctimas enviadas a las cámaras de gas fueron gaseadas y la mayoría de los supervivientes no alcanzaron sin dificultades el paraíso en Palestina, sino que llegaron porque no tenían lugar alguno donde ir. Otras permanecieron en Europa, o emigraron a Estados Unidos.
¿Cómo debe ser representado entonces el Holocausto?
En realidad, en mi opinión es que el Holocausto no debe ser representado sino repensado desde la perspectiva histórica. No es material para una serie estadounidense. Las historias de aquellos que sobrevivieron distorsionan el pasado, no porque no sean auténticas (dejando de lado el tema de la fragilidad de la memoria personal), sino debido a que excluyen las historias de los fallecidos, que fueron la gran mayoría, no porque no desearan ser salvados, sino por una combinación de circunstancias en las que las habilidades personales y la voluntad a penas jugaron un papel destacado, y en las que la suerte tuvo una enorme influencia. De hecho, ninguna representación del Holocausto puede superar el problema de la familiaridad de la audiencia con la violencia gráfica de las películas de Hollywood, con la subsiguiente disminución del impacto de estas películas que emplean las mismas técnicas que películas como, por ejemplo, Harry el Sucio.
En esas condiciones, a lo mejor resulta necesario abandonar los intentos de representar la brutalidad del Holocausto, enfocándose, tal vez, en sus aspectos burocráticos, como en la película La Solución Final sobre Wannsee, o investigando medios de representar el auténtico elemento único del Holocausto, es decir, el asesinato masivo de seres humanos en las cámaras de gas. El hecho de que los que desean relativizar el Holocausto (o negarlo) ataquen precisamente ese aspecto del genocidio de los judíos es la prueba innegable de su centralidad en cualquier representación del acontecimiento. La escena de las duchas (que resultan ser lo que parecen) en La Lista de Schindler, resulta un ejemplo evidente de los límites entre lo que debe y no debe ser representado en la pantalla.

¿Son los documentales la solución?
Tampoco considero que los documentales sean la respuesta pues crean una ilusión aún mayor de representar el pasado como "era realmente" y, supuestamente, mejoran películas "auténticas" sobre el tema. El problema del material documental sobre el Holocausto es que las circunstancias en las que se rodaron, socavan su valor como evidencia "objetiva". Una película rodada por una unidad de propaganda de la Wehrmacht no puede ser considerada como una representación objetiva del suceso. Las imágenes rodadas por los nazis estaban destinadas a presentar a las víctimas del régimen como los subhumanos de los que hablaba la propaganda nazi. Intentaban confirmar los argumentos de los líderes nazis para crear miedo, terror, desprecio, en ningún caso la empatía del público alemán. De la misma forma, las películas de aficionados también reflejan los prejuicios, la curiosidad morbosa y el distanciamiento de las víctimas, característicos del personal alemán en Europa del este y la URSS , es decir, que como las víctimas tenían una apariencia de "subhumanos", merecían ser tratadas como tales.
De hecho, en muchos casos, dado que fue producido para fines políticos, propagandísticos o políticos, el material contemporáneo puede ser más sesgado, así como más peligroso, precisamente porque esconde una representación "auténtica" de la "realidad". Por ello, los documentales pueden tener el efecto adverso de desensibilizar, e incluso de embrutecer a los espectadores, haciéndoles emocionalmente cómplices de los crímenes al obligarles a ver a las víctimas a través de los ojos de los verdugos.
Para concluir, explícanos, Alvaro, tus próximos proyectos.
Mi próximo proyecto es una obra similar a la de La Alemania Nazi (1933-1945) (Marcial Pons, 2008) sobre el fascismo italiano (que aparecerá en otoño con Marcial Pons). Posteriormente, publicaré una obra sobre el estalinismo, con el mismo modelo temático (y espero que ameno) que he seguido hasta ahora e incluyendo también los debates históricos. Con esa obra cerraré una especie de trilogía sobre los “totalitarismos” europeos de entreguerras. Entre tanto, espero tener tiempo también de publicar un proyecto sobre la segunda guerra mundial en el que estoy trabajando con un planteamiento novedoso y concluir otro sobre la Gran Guerra.
Muchas gracias Jesús por la entrevista, y a todos los seguidores de este magnifico blog.
Gracias a ti, Alvaro, y mucha suerte con tu nuevo libro.