lunes, octubre 02, 2006
El pan del Führer
A Hitler le gustaba el pan casero
Antes de seguir con el recorrido turístico por Berlín, una anécdota sacada del libro JO VAIG SER ESCORTA DE HITLER, de Rochus Misch, que me lo he leído y lo recomiendo vivamente, aunque aún no sé cuando lo publicarán en castellano.
Este tipo, Misch, era el encargado de vigilar el acceso a la Cancillería en Berlín; se dio cuenta de que cada semana llegaba un paquete de un tamaño poco más grande que una caja de zapatos. En cuanto lo traía el cartero, las órdenes eran que el paquete fuera enviado directamente a las cocinas.
Eso duró unos meses, sin que Misch supiera qué contenía el extraño paquete, ya que entonces lo mejor para tener una larga y saludable vida era no hacer preguntas...
Pero un día Misch averigüó el contenido; se trataba de una hogaza de pan que cada semana le enviaba a Hitler una señora de la región de Westfalia. Se ve que el Führer, en uno de sus viajes, había probado los panes de esta aldeana y le habían gustado tanto que le pidió que le mandase uno por semana, a lo que ella accedió con mucho gusto.
Curiosamente, el encargo se fue cumpliendo puntualmente hasta que el correo dejó de funcionar, en los últimos días de la guerra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Je je... pero no olvides que Hitler fue un ser humano... la verdad es que tiene tantas anécdotas como esta que casi se están convirtiendo en citas para decir en misa... saludos
Publicar un comentario