


Como podéis ver, hay una placa que lo indica. En esta foto salgo yo señalando ese histórico lugar:
Aquí podéis ver el memorial de la piedra vertical con más detalle. Está dedicado a Von Stauffenberg y a todos los que lucharon contra el nazismo. No me acordé de apuntar el texto, pensé que se vería bien, pero me parece que no.
Del barracón en donde estalló la bomba no queda nada , así que cuesta imaginárselo, eso es lo único que me decepcionó. No se indica por dónde discurrían las paredes, ni nada. Es una lástima, espero que algún día modifiquen el lugar para que uno pueda hacerse una idea de cómo era aquello. Así quedó tras la explosión:
Y aquí está Hitler enseñando los destrozos a Mussolini, que llegó de visita esa misma mañana, tal como tenía previsto. Parece que Adolfo le está diciendo "pues mira el bombazo que han metido esos cabrones, pero nada, que no han podido", y Benito le contesta "pues sí, macho, menuda han liado".
Por otro lado, la verdad es que es emocionante estar allí, de hecho estuve unos veinte minutos allí, esperando que me llegase alguna especie de vibración procedente de entonces, alguna impresión que me trasladase a aquel momento, ocurrido 63 años atrás. Si yo fuera el Iker Jiménez seguro que hubiera sentido algún extraño escalofrío, oído voces y gritos distorsionados y moverse alguna sombra entre los árboles... pero como soy un descreído, pues nada, lo único que sentía era frío porque iba en camiseta.
Como os dije en la primera entrega, sólo estuve dos horas en el recinto, porque fue lo primero que se me ocurrió cuando el taxista me dijo que a qué hora tenía que volver. La cagué, porque la Wolfsschanze da para toda una mañana o una tarde, como mínimo. Aquello es inmenso, y lo mejor es perderse por aquellos caminos de donde surgen búnkers como setas. Así que me quedé sin poder ver como una cuarta parte del recinto.
También es que perdí mucho tiempo caminando por la vía férrea que llevaba hasta allí. Me puse a buscar la estación, o mejor dicho apeadero, a donde llegaban, además de Adolfo, los ilustres visitantes, como Mussolini o Antonescu. Así que me puse a caminar por la vía pensando que encontraría el andén enseguida y seguí y seguí... hasta que me di cuenta de que me lo había pasado. En efecto, regresé y sí, estaba al principio, pero oculto entre la maleza. También entre la vegetación hay un pequeño edificio en ruinas, debía de ser la estación propiamente dicha.
Yo me puse en el lugar presidencial, en donde se supone que alguna vez tuvo que estar Breznev o alguno de aquellos, que es el muro oscuro que se aprecia bajo las columnas. Si tenéis curiosidad, aquí podéis ver un video de un pavo que utiliza ese simbólico muro para hacer un sketch mezclando imágenes de noticiarios antiguos y que se supone que debe tener su gracia (si alguien sabe polaco, que traduzca).
Tenía que haber sido espectacular el paso de las tropas por ahí, con el Palacio de fondo. Hoy aquello es un aparcamiento privado de coches y en una parte de la calzada destinada al paso de los soldados y los tanques hay instalado un supermercado de la cadena MarcPol. Como véis, los tiempos han cambiado...