martes, febrero 23, 2016

STASI, EL TERROR GRIS (2ª PARTE). CÓMO "DESINTEGRAR" AL DISIDENTE





Bien, amigos, seguimos hablando de la policía política de Alemania Oriental, la Stasi, cuyo cuartel general en Berlín, situado en la Normanennstrasse podéis ver arriba.

Allí se exhiben objetos y herramientas utilizados por la Stasi para el control de los ciudadanos; desde minicámaras fotográficas a monitores de vigilancia y micrófonos, pasando por aparatos con salidas de vapor para abrir cartas o colecciones de ganzúas para registrar viviendas. En este último caso, los agentes llevaban consigo una cámara tipo polaroid para tomar fotos de las habitaciones antes del registro y así, una vez concluido éste, dejarlo todo tal como estaba, para no levantar sospechas.

En la última entrada os hablé de lo que ocurría cuando uno era detenido y conducido a la prisión para ser interrogado, pero había otras maneras de experimentar el terror de un estado policial como aquél.

El régimen ideó un concepto que aplicaría a los disidentes (fueran reales o supuestos), denominado Zersetzung. Sin traducción clara, equivaldría a “desintegración”, “descomposición” o “desmoralización”.

El objetivo del Zersetzung era, según una directiva interna, “desarrollar la apatía en el sujeto, para alcanzar una situación en que sus conflictos, ya sean sociales, personales, profesionales, de salud o políticos, sean irresolubles”. La víctima debía “ver reprimidos sus talentos o capacidades”, y ser objeto de “miedos y decepciones”.

¿Que quería decir esto? Pues básicamente hacerle la vida imposible al sujeto. No hacía falta que estuviera encarcelado; de hecho, estaba libre, aunque no sabía que estaba siendo objeto de una especie de conspiración para destrozarle la vida.

Las terribles consecuencias de ser objeto del Zersetzung iban siendo advertidas poco a poco por el individuo, que no tenía idea de que estaba siendo “desintegrado”. Por ejemplo, si era un joven con un excelente nivel académico, podía ver cómo era destinado a algún centro educativo lejano y mediocre, o podía preguntarse impotente cómo es que no había logrado superar la prueba de acceso a la Universidad, cuando creía haberla realizado correctamente.

Si el sujeto estaba trabajando, era despedido sin explicaciones y luego le resultaba imposible encontrar empleo, pese a estar preparado para el puesto, ya que todos los empleadores debían antes obtener el visto bueno del candidato en la delegación de la Stasi. Sin saber qué ocurría, esa persona, víctima de una pesadilla kafkiana, veía con desesperación cómo se le cerraban todos los caminos de la vida.

Ese terror gris podía llegar a extremos repugnantes. Por ejemplo, un agente de la Stasi que mostró su voluntad de abandonar la organización, Hagen Koch (en la imagen), fue objeto de un montaje para poder acusarle de posesión de pornografía. Mientras estaba detenido por ese vergonzante delito, su esposa fue presionada para que le pidiera el divorcio, bajo amenaza de perder la custodia de su hijo de cinco años. La mujer no tuvo otra opción que acceder.

Koch sufrió ese tremendo golpe estando en prisión, cuando le mostraron la demanda firmada por su esposa, lo que le hizo sentirse abandonado y traicionado. Afortunadamente, tras su reencuentro y gracias al testimonio del niño, que relató al padre las amenazas que había sufrido su madre, acabaron volviéndose a casar.




Curiosamente, hubo quien, contra todo pronóstico, logró vencer a la Stasi. Una chica que estaba sufriendo el Zersetzung, por lo que le resultaba imposible encontrar trabajo, fue además presionada por un agente de la Stasi para que se convirtiera en confidente, amenazándola con perjudicar a su familia. Pero ella no se arredró y, echándole un valor inaudito, le aseguró que iba a escribir una carta al máximo mandatario germano-oriental, Erich Honecker (arriba, su retrato en una de las oficinas de la prisión de Hohenschönhausen), quejándose de esas presiones.

Aunque resulte increíble, el agente de la Stasi trató por todos los medios de disuadir a la joven de poner el caso en conocimiento de Honecker. Sin duda, el miedo en el seno de la propia organización era tal, que la remota posibilidad de que llegara a abrirse una investigación debió aterrorizar al agente. Apenas unos días después, la chica recibió la llamada de una empresa ofreciéndole un trabajo.

Igualmente, hubo quienes, después de saber que estaban en el punto de mira de la Stasi, dejaban de ser espiados, aunque eso no lo sabían. Así pues, los sujetos que habían sido absueltos seguirían viviendo durante años con el alma en un puño, víctimas del terror gris.


2 comentarios:

Mario Tenorio dijo...

Lo peor de todo es que puede repetirse todo en cuanto menos lo pensemos por el normal funcionamiento cíclico de la historia...y ahora con Internet como ayuda. Todo parece lejos hasta que llega.

Saludos desde el sur.

Fubar dijo...

Aunque no tenga nada que ver con la entrada que has puesto, quiero recomendar estos dos libros. Pertenecen a una trilogía sobre la guerra del Pacífico (de momento solamente están en inglés), escrita Ian W. Toll, la obra es comparable a la trilogía de Rick Atkinson sobre la guerra en Africa y Europa.

1º Volumen => "Pacific Crucible: War at Sea in the Pacific, 1941-1942"

2º Volumen => "The Conquering Tide: War in the Pacific Islands, 1942-1944: War in the Pacific Islands, 1942-1944"

3º Voumenn => se publicará en un futuro

¡Los dos primeros volúmenes son una delicia!
Un saludo.