miércoles, julio 01, 2015
LAS ÉPICAS AVENTURAS DE UNA FAMILIA COSACA
Bien amigos, vamos con una historia familiar que no encontraréis en ningún libro de historia ni en ninguna web, ya que es una exclusiva.
Tengo un buen amigo guionista, Fran Raya, que por motivos familiares se mueve entre la comunidad rusa en Barcelona.
Con ocasión del 70º aniversario de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial, hubo una celebración en Barcelona, y Fran me regaló un póster y un precioso pin que le proporcionó amablemente un amigo suyo, Anton Nasimov.
Como sabéis, la cinta naranja y negra, que desde hace unos años se ha puesto de moda en Rusia, es la cinta de la Orden de San Jorge, establecida por Catalina la Grande. En la época zarista era la máxima condecoración con que se galardonaban los méritos militares más destacados, así que es un símbolo del pasado imperial ruso, cuyo recuerdo se trata ahora de recuperar.
Desde aquí, mi agradecimiento tanto a Fran como a Anton por ambos obsequios, que pasan a formar parte de mis tesoros personales relacionados con la contienda.
Pues bien, Fran me habló de la historia de la familia de Anton y, al parecerme muy interesante, le pedí que me hiciera llegar todos los datos para explicarla aquí, en el blog. Pero resulta que no sólo me ha proporcionado los datos, sino que ha confeccionado un tan detallado como ameno relato que no he visto necesidad de retocar una coma, así que lo transcribo tal cual para que lo podáis disfrutar. Os dejo con él.
La historia de la Segunda Guerra Mundial está llena de pequeñas grandes anécdotas. Para bien o para mal, aquí conocemos sobre todo las anécdotas del frente occidental, pero sin duda en el frente del Este, donde tuvieron lugar las mayores batallas, las historias personales debieron ser infinitamente ricas, aunque seguramente la mayor parte de quienes las vivieron no vivieron después lo suficiente para contarlas.
Ésta es la historia de la familia de Anton Nasimov, ruso de pasaporte lituano como él mismo se define, y con antepasados cosacos del Baikal, en Siberia, lo que da una idea de la complejidad del mundo ruso-soviético.
Durante la época soviética, en la familia de Anton, el tema de los orígenes cosacos era algo de lo que se hablaba en voz baja, entre susurros. Los primeros bolcheviques habían exterminado a los cosacos, e incluso en los años setenta tener origenes cosacos era algo que era preferible ocultar. Pero entonces ¿como sobrevivió la familia de Anton, y que relación tiene con la Segunda Guerra Mundial?
Durante la guerra civil que siguió a la Revolución Rusa, los antepasados cosacos de Anton sirvieron en las filas del ejército blanco anti-bolchevique. Pero los rojos, mejor equipados al dominar la industria, acabaron imponiéndose, dirigidos por jefes implacables como Trotsky, creador del Ejército Rojo.
El bisabuelo de Anton vio como los bolcheviques procedían a la “descosaquización” de su aldea, o dicho de otra manera, el exterminio de toda su población. Con su familia, se unió a las filas del ejército blanco del barón Roman Ungern Von Stenberg, un alemán del báltico que en la Primera Guerra Mundial, una guerra entre imperios, sirvió en el ejército zarista (en la Segunda Guerra Mundial, una guerra racial, los alemanes del báltico se unieron al bando alemán).
Al acabar la guerra, el “Barón Loco” era el lider de un abigarrado ejército de cosacos, mongoles y rusos blancos. Perseguido por el Ejército Rojo, al barón no se le ocurrió nada mejor que invadir Mongolia, en aquel momento teóricamente posesión de China, la cual se encontraba envuelta en su propia guerra civil. Increiblemente, el barón conquistó Mongolia con su “División de Caballería Asiática” - no me diréis que esto no daría para un peliculón de Spielberg-.
Pero los rojos penetraron en Mongolia y derrotaron al "Barón Loco". Mongolia se separó de China y se convirtió en un estado satélite soviético, el primero de los muchos que llegaron después.
Sin embargo, los rusos rojos toleraron que los refugiados rusos blancos se quedasen en Mongolia sin molestarles demasiado. Y allí, en ciudades mongolas pobladas por rusos blancos (de ideología, al margen de las razas) se criaron los abuelos de Anton. Allí en Mongolia tuvo lugar, poco antes del inicio de la 2GM, la decisiva batalla de Jaljin-Gol, donde los soviéticos, al mando de un tal Zhukov, que habia logrado sobrevivir a las absurdas y despiadadas purgas de Stalin, derrotaron a los japoneses, haciendo que estos olvidasen cualquier plan de expansión en Siberia y dedicasen sus esfuerzos a conquistar el Sudeste Asiático (lo que sin duda cambió el destino del mundo).
Los antepasados de Anton llevaban décadas sin pisar suelo ruso. Pero cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, los abuelos de Anton, los tres hermanos, no se lo pensaron dos veces. A pesar de ser antisoviéticos, eran patriotas rusos. Los nazis habían invadido la URSS, pero eso no era otra cosa que la sagrada tierra rusa que sus antepasados cosacos habían conquistado y defendido durante siglos. En aquel momento, con los alemanes a 50 kilómetros de Moscú, los soviéticos hacían pocas preguntas a la hora de aceptar un recluta.
Así que los tres hermanos se alistaron al ejército soviético, el mismo contra el que su padre había luchado.
Aquí los tenéis, en un retrato familiar:
Para disimular, por si algún desliz les hacía revelar su lugar de origen, decían que procedían de Buriatia, una república rusa poblada por un pueblo de etnia mongola.
Durante años los tres hermanos lucharon con bravura contra el invasor nazi, llegando dos de ellos hasta Berlin: el tercero no pudo llegar, pues murió en la batalla.
Aquí tenéis una noticia publicada en un periódico soviético, en el que se hace referencia a ellos como procedentes de Buriatia.
Pero cuando la guerra terminó, el temido NKVD volvió a ser el mismo terrible servicio secreto de los años 30, la temible Cheka de los inicios de la Revolución. Así que temiendo ser “descubiertos” y una vez cumplido su deber para con la Madre Patria, los hermanos supervivientes volvieron a Mongolia. ¡De Berlin a Mongolia escondiéndose de la policía secreta soviética!. Y allí estuvieron hasta que murió Stalin. Solo entonces pudieron volver a su patria. Aunque sin hablar muy alto de su origen cosaco.
Y en Rusia nació Anton. Con la Perestroika la historia de familia pudo comenzar a explicarse sin miedo, sin susurros. La desintegración de la URSS cogió a Anton en Lituania, y es por ello que ahora dispone de pasaporte lituano. Pero en su corazón ruso siempre se sentirá un cosaco del Baikal.
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2 comentarios:
La realidad supera a la ficción ... pero en vez de buscar nuevas historias los estudios de Hollywood nos atibrorran de "remakes", "spin-offs", precuelas y secuelas de películas que no tienen ni una década. De la vida de cada generación de esta familia se obtendría material para una película o una serie ¿se acuerda alguien de la monumental "Siberiada"?
¡Buena historia! e interesante el diferente enfoque de esta familia entre la primera y la segunda guerra mundial, aunque según lo que he leído, en general muchos de los cosacos se pasaron al lado Nazi, incluso llegando a crearse una división SS con ellos.
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