viernes, noviembre 11, 2016

CANICATTI: LA MATANZA DE CIVILES EN SICILIA QUE LOS NORTEAMERICANOS NO QUERÍAN QUE SUPIERAS




Bien, amigos, está semana he estado liado con cuatro artículos que tengo que publicar en el número de enero de la revista MUY HISTORIA. En uno de ellos, hago referencia a unos hechos que son muy poco conocidos, y que creo que os pueden resultar de interés.

Sobre la campaña de Sicilia, en julio de 1943, supongo que ya conocéis la llamada masacre de Biscari, en la que dos grupos de prisioneros italianos, en los que había también varios alemanes, fueron asesinados a sangre fría después de ser capturados. El episodio está muy bien relatado en el libro de Rick Atkinson El día de la batalla.

Pero hubo otra matanza en Sicilia, que es menos conocida, y en la que las víctimas fueron civiles inocentes.

En el pueblo de Canicatti hicieron su entrada los estadounidenses el 10 de julio de 1943. Aquí vemos el pueblo bajo el fuego de la artillería.



Cuatro días después, los lugareños, la mayoría mujeres y niños, entraron en la fábrica de jabón Narbone-Garilli a través de un agujero en la pared que había abierto el bombardeo. La gente acudía pertrechada de cubos para llenarlos de jabón líquido, un bien muy preciado, ya que había una gran escasez de artículos de higiene a consecuencia de la guerra.

Los policías militares norteamericanos, con el teniente coronel George H. McCaffrey al mando, llegaron a la fábrica para impedir el saqueo e intentaron dispersar a la multitud, sin éxito. McCaffrey perdió los nervios y ordenó a sus hombres que dispararan sobre los civiles para ahuyentarlos, pero estos, horrorizados, no obedecieron.

El teniente coronel, entonces, sacó su revólver Colt del calibre 45 y comenzó a disparar a sangre fría contra la multitud, recargando su arma en dos ocasiones. Se desconoce la cifra total de civiles asesinados, que pudieron llegar a ser dieciocho o incluso veintiuno.

Aquí están los habitantes de Canicatti dando la bienvenida a los norteamericanos. En ese momento no habrían podido imaginarse lo que iba a ocurrir cuatro días después.




Las autoridades militares abrieron una discreta investigación sobre el incidente, pero McCaffrey, que aseguró que tan sólo “seis saqueadores resultaron lesionados mientras huían”, salió indemne de ella. McCaffrey murió en 1954. Curiosamente, su hija, Anne McCaffrey, llegaría a ser una famosa escritora.

Los hechos permanecerían en secreto hasta 1998, cuando los dio a conocer públicamente un investigador de la Universidad de Nueva York, Joseph S. Salemi, hijo de uno de los soldados que fueron testigos de la matanza, Salvatore Salemi, quien recordaba, por ejemplo, que un niño de unos doce años murió de un disparo en el estómago.

Gracias a ese investigador conocemos ahora esta masacre que las autoridades militares norteamericanas trataron de mantener en secreto.

Por último, no quiero dejar de agradecer las fotos que me vais mandando de la presencia en las librerías de mi último libro, ¡JAPÓN GANÓ LA GUERRA! LA HISTORIA DE AUTOENGAÑO MÁS EXTRAORDINARIA DEL SIGLO XX.

Aquí tenéis una muestra:


Agradezco también las opiniones que me vais haciendo llegar sobre el libro, que, de momento, están siendo todas positivas.

1 comentario:

rafael dijo...

Estimado Jesús:los sucesos de Canicatti , no me extrañan nada, en aquella época casi todo el mundo sabía que las tropas estadounidenses aparte de"luchar" contra los nazis(y esto en una escala rídicula comparada con el frente del este) eran los "perros guardianes" de los capitalistas locales funcionando como una especie de policia antidisturbios.

No me resisto a poner lo que pasaba en Francia, tal y cómo lo cuenta la profesora Annie Lacroix Riz:



*Al «burgués francés [que había] considerado siempre que el soldado americano o británico estaría naturalmente a su servicio en caso de victoria bolchevique», los RG [35] trataban de asustarlo, desde febrero de 1943, con «el proletariado» cuyos «temores de ver “su” victoria escamoteada por la alta finanza internacional van desapareciendo con la caída de Stalingrado y el avance generalizado de los soviéticos» [36].

Por ese lado, al rencor contra la inacción de los anglosajones contra el Eje se agregó la cólera suscitada por la guerra aérea de estos contra los civiles, incluyendo a los de las «Naciones Unidas». Los «bombardeos estratégicos americanos», constantes desde 1942, provocaban víctimas entre la población pero no afectaban a los Konzerne de los socios de los Aliados, encabezados por IG Farben, como informó en noviembre «un importante industrial sueco que mantenía estrechas relaciones [con IG Farben] a su regreso de un viaje de negocios a Alemania»: en Francfort, «las fábricas no han sufrido»; en Ludwigshafen, «los daños son insignificantes»; en Leverkusen, «las fábricas de IG Farben […] no han sido bombardeadas» [37].

Nada cambió hasta 1944, cuando un largo informe de marzo sobre «los bombardeos de la aviación angloamericana y las reacciones de la población francesa» expuso los efectos de «esos ataques mortíferos e inoperantes». La indignación crecía tanto desde 1943 que incluso amenazaba la base del inminente control estadounidense sobre el territorio. Desde septiembre de 1943 se habían intensificado los ataques contra la periferia de París, donde las bombas parecían como «lanzadas al azar, sin objetivos precisos y sin la menor preocupación por evitar la pérdida de vidas humanas». Después sucedió lo mismo con las ciudades de Nantes, Estrasburgo, La Bocca, Annecy y Tolón, «llevando al paroxismo la cólera de los obreros [franceses] contra los anglosajones».

*El desembarco aliado en Normandía, del mito a la realidad:http://www.voltairenet.org/article184568.html