Por cierto, el día antes de irme me vi en el ordenador la peli Punto límite cero. Una pasada; recuerdo perfectamente que la vi de pequeño en la TV, tendría unos 12 años, y me quedó para siempre el nombre del héroe protagonista: Kowalski.
Hace unos meses vi la peli de Tarantino Death Proof, que es bastante malilla, pero que era un homenaje a esa película de 1971; así que la pude buscar porque no recordaba el título y el otro día me puse a verla, pertrechado de una tableta de chocolate Lindt. Me lo pasé genial, así que ya véis con que poco me monto la fiesta; la verdad es que me lo pasé mejor que con el Mamma Mia!, y mucho más barato, claro. Por cierto, que me han dicho que la de Punto límite cero la han sacado en DVD, al haberla puesto ahora de moda Tarantino, y que la venden a 8,50 eurillos.
Pues me dejo de historietas personales, y vamos con una Historia, con mayúsculas, de la Guerra de Secesión, la que he bautizado como la de "La Bala Mágica" (un guiño al espectador por JFK), que supuestamente ocurrió a una pareja de jóvenes, que quedó unida para siempre por la trayectoria de una bala.
El protagonista masculino del episodio, un joven soldado confederado, estaba combatiendo en la batalla de Raymond, el 12 de mayo de 1863. En medio de la refriega, en torno a las tres de la tarde, el soldado rebelde resultó herido de bala en las pelotas (¡uggh!).
En ese doloroso momento, a unos cientos de metros, una joven de diecisiete años estaba refugiada en el interior de una cabaña junto a sus padres, esperando que terminase el intercambio de disparos. Pero la bala que había herido al soldado en tan crítico lugar, al seguir su camino, entró por la ventana de la cabaña, hiriendo a la joven en el bajo vientre y quedando alojada en su interior.
Al finalizar el combate, el soldado herido pudo ser atendido por el doctor del regimiento, que le practicó las curas necesarias. La bala había entrado por la pierna y se había llevado en su camino el testículo izquierdo.
Al finalizar el combate, el soldado herido pudo ser atendido por el doctor del regimiento, que le practicó las curas necesarias. La bala había entrado por la pierna y se había llevado en su camino el testículo izquierdo.
Al poco rato, el galeno fue requerido por la familia de la muchacha; al llegar a la cabaña, atendió a la joven, pero no detectó la presencia de la bala. En ese momento no sospechó ningún tipo de relación entre ambas heridas.
Ese episodio ya formaba parte del pasado cuando, tres meses más tarde, la muchacha descubrió que estaba embarazada, pese a que ella afirmaba, ante el comprensible escepticismo de sus padres, que eso era totalmente imposible. El increíble caso llegó a oídos del doctor que aquel día la había atendido; al comprobar personalmente la virtud intacta de la joven, llegó a la insólita conclusión de que la bala que había herido al soldado era la responsable de que ahora estuviera embarazada.
El soldado, que desde el incidente se encontraba abatido por el convencimiento de que nunca iba a ser padre a consecuencia de la herida, recibió la noticia de su próxima paternidad con perplejidad, pero después con una enorme alegría. En cuanto se conocieron personalmente, el amor surgió entre ellos y decidieron casarse. A los 278 días de embarazo, la muchacha dio a luz a un niño sano.
Pero aún quedaba otra sorpresa. El doctor observó una extraña hinchazón en el escroto del bebé. Le hizo una incisión y dentro encontró la bala gracias a la que debía su existencia.
Pese a ser ésta una historia increíble, ha sido dada por cierta en innumerables ocasiones. La razón es que el suceso fue publicado en una prestigiosa revista de medicina, la American Medical Weekly, el 21 de noviembre de 1874, en un artículo firmado por el doctor LeGrand G. Capers, cirujano jefe confederado en la campaña de Vicksburg.
A partir de ahí, otras revistas de medicina se hicieron eco del insólito episodio, cuya autencidad estaba aparentemente avalada por dicho doctor. Desde entonces, se ha venido relatando como un caso extraño pero real de la historia de la medicina.
En realidad, como es fácil de imaginar, esa estrambótica inseminación nunca ocurrió. El artículo original del doctor Capers estaba redactado en un tono escasamente científico, y había que interpretarlo como una anécdota propia de la vida en el frente.
Para evitar confusiones, dos semanas más tarde, la revista se publicó una nota firmada por el director de la misma, también en tono humorístico, en la que aclaraba que el autor del artículo no respondía de su veracidad, al ser una historia que alguien le había contado, y que lo único que esperaba era que los lectores hubieran disfrutado con ella. Pero el episodio ya había cobrado vida propia, resultando imposible detener su propagación, que ha llegado incluso hasta nuestros días.
La historia ha alcanzado tal renombre que se ha hecho merecedora de una exposición permanente en Vicksburg. En el Old Courthouse Museum de esta ciudad puede contemplarse una muestra que explica con todo detalle el episodio supuestamente ocurrido aquel lejano 12 de mayo de 1863 en Raymond, a 56 kilómetros de allí. En el museo se expone una bala similar a la que llevó a cabo ese trabajo de mensajero y una copia del artículo publicado por el doctor Capers, así como una fotografía suya.
El lema de la exposición resume la actitud que se ha de tener ante éste y otros increíbles sucesos supuestamente ocurridos durante la Guerra Civil: We don't ask you to believe the story, just enjoy it! (No le pedimos que crea esta historia, ¡tan sólo disfrútela!).
4 comentarios:
Desde luego esto sólo puede ocurrir en ese pais ... jejje
pd: te felicito por Enigmas y misterios de la 2ª guerra mundial, me lo compre el viernes y me lo he leido de un tirón. Ésta semana iré a por otra de tus criaturas ;)
Vamos, digno de David Copperfield... imagináos el mosqueo del padre de esa chiquilla de 17 años en aquel momento.
Pa flipar....
Y Jesús, cambia ya la tableta de Lindt por una de Suchard, que se estila más en estas fechas :-P
Juajuajua vaya que potencia la de ese rifle!!! Pero con qué le estaban tirando, con un Dragunov para elefantes??
Aquí tenemos escenas de Santos , pero es que se quedan cortas!
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