Pues nada, como os dije, estoy muy contento porque veo que el libro de la Primera Guerra Mundial está funcionando muy bien. La verdad es que tenía un poco de miedo porque no sabía si a la gente le podía interesar la PGM, pero ahora veo que sí. Así que me imagino que, de seguir este ritmo, la editorial tendrá que sacar una segunda edición; si advertís algún error en el libro, decídmelo, please, porque así lo podré corregir.
Lo malo de que se esté agotando es que ahora son las fechas ideales para regalar o regalarse, pero bueno, el editor me ha dicho que va a meter caña al distribuidor.
Pues para celebrar el tema, nada mejor que transcribir el pasaje que en el libro dedico a la tregua de Navidad de 1914. Creo que en las navidades pasadas ya puse una entrada sobre este episodio, pero ahora pongo lo que sale en el libro, que es más completo. Ahí va:
En la Navidad de 1914 ocurriría un hecho sin precedentes en la historia militar. Con el paso del tiempo, lo sucedido en aquella jornada se ha convertido en un mito que ha apoyado la creencia de que la guerra es capaz de revelar también lo mejor del ser humano.
Aquella Nochebuena, siguiendo la tradición de su país, las tropas alemanas comenzaron a lo largo de todo el frente a entonar canciones, a la vez que colocaban sobre el borde de los parapetos árboles decorados con luces. Estos pequeños abetos habían sido enviados a miles por orden expresa del káiser para que sus soldados pudieran celebrar la Navidad, además de raciones extra de pan, salchichas y licores.
Los soldados franceses y británicos no podían creer lo que veían: ¡árboles de Navidad iluminados en las trincheras enemigas! La cantidad de abetos fue tal, que en varios puntos del frente había un árbol cada cinco metros. Esa poética visión ayudó a crear un clima irreal, en el que los soldados aliados no tardaron en convertirse en protagonistas, uniéndose a los cánticos de los alemanes o incluso realizando peticiones de piezas concretas.
Al despuntar el alba, algunos soldados alemanes comenzaron a agitar banderas blancas y a salir desarmados de sus trincheras, dirigiéndose con paso dubitativo a tierra de nadie. En un primer momento, los aliados vacilaban en acudir a su encuentro, pero pronto comprobaban que la maniobra de acercamiento de los alemanes era sincera. Los hombres que hasta ese mismo día habían estado matándose estaban ahora a medio camino de sus posiciones, compartiendo tabaco, alcohol o chocolate, mostrándose las fotografías de sus esposas e hijos o intercambiándose recuerdos.
Los gestos de confraternización continuaron durante toda la jornada. En ese singular día de Navidad, cada bando pudo recoger a sus compatriotas muertos en los combates de los días anteriores y darles sepultura. En algunos lugares se celebraron ceremonias religiosas conjuntas e incluso se improvisaron partidos de fútbol. Uno de los testimonios más ilustrativos es el de Bertie Felstead, fallecido en 2001 a la provecta edad de 106 años, siendo en ese momento el hombre más viejo de Gran Bretaña. Felstead recordaba que al atardecer del día de Nochebuena escucharon los acordes de un villancico procedente de las trincheras enemigas, situadas a unos escasos cien metros, lo que les transmitió un sentimiento de paz y esperanza, pero aún así no llegó a establecerse ningún tipo de comunicación entre los dos bandos.
"Sabíamos perfectamente que aquella situación era irreal, ya que les estábamos felicitando las fiestas ¡a las mismas personas a las que íbamos a intentar matar al día siguiente!".
Fue en esos momentos cuando a alguien se le ocurrió amenizar el insólito encuentro con un partido de fútbol:
"Fabricaron algo parecido a una pelota –recordaba Felstead- y comenzamos a jugar, aunque la verdad es que no se puede hablar de partido porque de cada lado había por lo menos cincuenta soldados y nadie se encargó de contar los goles...".
Después de una media hora de partido, se oyó la voz de un comandante: "¡Hemos venido aquí para combatir a los hunos, no para hacer amistad con ellos!". Una descarga de artillería desde las filas británicas acabó con el espejismo. Volvía la cruda realidad.
Las noticias que relataban estos inesperados episodios de amistad en el frente llegaron a los cuarteles generales, causando sorpresa y estupor. De inmediato se impartieron órdenes a los oficiales para que entregasen un informe detallado de lo ocurrido e impidieran que volviera a ocurrir, tomando represalias contra los que habían mostrado una actitud más condescendiente con el enemigo. Las unidades de uno y otro bando menos dispuestas a proseguir la lucha fueron desmembradas y distribuidas en otros sectores. Un número indeterminado de soldados franceses fue pasado por las armas como escarmiento. Los alemanes poco combativos serían enviados al frente oriental.
Las cartas en las que los soldados relataban a sus familias los pormenores de esa insólita celebración navideña fueron destruidas. Los franceses pusieron un especial empeño en confiscar los negativos de las instantáneas que algunos soldados habían tomado durante la tregua, en donde podían verse a los hombres de uno y otro bando posando amistosamente ante la mirada del fotógrafo improvisado. Una de estas imágenes no pudo ser interceptada por la censura y acabó siendo publicada a toda página en la portada de un diario londinense, el Daily Mirror, pero las informaciones relativas a este episodio desaparecieron rápidamente de los periódicos siguiendo consignas de los gobiernos.
Poco a poco, la vida en el frente retomó la dinámica anterior y la tregua navideña pasó a ser un recuerdo agradable diluido en la realidad de una guerra despiadada. Aunque las altas esferas militares se encargaron de que aquel inesperado entendimiento no tuviera continuidad, al menos sirvió para que los hombres de ambos bandos comprendiesen que les unían los mismos temores y que, por lo tanto, no eran tan diferentes como los que les habían lanzado a aquella guerra inhumana les habían intentado convencer.
14 comentarios:
Saludos Jesús;
Hace poco he terminado de leer tu libro sobre la PGM (y actualmente estoy acabando el de la SGM), y en general he dedecirte que me ha gustado bastante. Pero hay un punto donde veo que flaquea, y es en el tema de los mapas, siempre he considerado que para entender bien el transcurso de una guerra (y de cualquier acontecimiento histórico en general) es imprescindible ir situando los acontecimientos sobre un mapa. Los que hay en el libro son más bien escasos y tienen un error (que supongo se te olvidó modificar), están todos en inglés. Bien es cierto que la mayoría de personas lo entendemos de igual modo, pero para una obra que pretende ser una referencia general para cualquier persona sea cual sea su condición, creo que deberías de haberlos traducido a nuestro idioma.
A parte de eso, creo que también deberías modicar el mapa de la página 232 (las colonias alemanas en África), y es que su calidad de impresión ha sido realmente mala, apenas pueden diferenciarse las líneas fronterizas y además la Guinea Ecuatorial Española aparece coloreada de color negro como si se tratase de otra colonia alemana más (bastante nos quitaron ya los alemanes en Micronesia, como para arrebatarnos también lo poquito que teníamos en África, jeje..).
Pero por lo general, y como dije al principio, la obra está bastante bien, engancha de principio a fin, es de lectura amena y comprensible y te da una imagen general fiel sobre el conflicto, y con bastantes imágenes realmente interesantes.
Hola, Galego:
Me alegro de que te haya parecido bien el libro en líneas generales. Sobre el tema de los mapas tienes toda la razón, pero es un asunto un poco complicado por una serie de razones que sería largo de explicar. Suena a excusa, pero he hecho todo lo que he podido.
De todos modos, creo que tampoco quedan mal los mapas originales de la época, que están en inglés. Aun así, tomo nota a ver si se puede hacer algo, porque lo que dices es verdad.
Gracias por tu sugerencia y un saludo!
Ya habia visto algo sobre la tregua de navidad en alguna ocasión, pero nunca está de mas recordar hechos como este, en especial en fechas como las que estamos. A ver si el año que viene somos todos un poco menos malos.
Joe, me ha quedado que parece que sea un cura, solo me falta hablar del amor de dios y esas cosas...
Hace unos días pille tu ultimo libro, y lo suelo leer de camino al trabajo y de vuelta a casa en el bus. Ayer mismo leí "La tregua de navidad". Pensé en que seria una bonita entrada para el blog en estas fechas, y hoy al leer el blog me lo encuentro.
Me encanta el libro y aún estoy al principio, pero lo cierto es que me han gustado todos.
Esperamos ansiosos el de la guerra de secesión.
Un saludo a todos, y Feliz Navidad.
Paso seguido por tu blog, pero no tengo muy arraigada la costumbre de comentar. Pero esta entrada... Es realmente conmovedor, y no tenía idea de que algo así hubiera pasado. Voy a ver si acá en Argentina encuentro tus libros, aunque tengo mis dudas. Saludos, y feliz Navidad.
Este pasaje me recuerda a uno parecido de la SGM en Stalingrado, dnd rusos y alemanes hicieron un alto el fuego para deleitarse con las notas musicales que ofrecía un músico invitado al campo de batalla para amenizar dentro de lo posible el horror que estaban viviendo.
Hay momentos (y eso es lo bonito) que se olvidan banderas, patrias y guerras para confraternizar y darse cuenta que cada uno no es diferente del de la trinchera de enfrente. Seguro que más de un soldado reflexionó sobre lo vivido.
Lordvader, pues sí, en Navidad siempre gusta recordar hechos como éste; para los que le guste el tema de la tregua de Navidad de 1914, recomiendo la peli "Feliz Navidad" (2005) de Christian Carion, aunque es un poco pastelosa; también está el libro, que es una traslación del guión de la peli, publicado por Editorial Malabar en febrero de 2007.
Noro, el de la Guerra de Secesión quedará fantástico, ahora estoy con las últimas correcciones, ya iré informando.
Carlos, pues sí que están mis libros por Argentina. Mi hermano estuvo este verano en Buenos Aires y se llevó una sorpresa al verlos en las librerías de allí. Por cierto, qué envidia poder celebrar la Navidad en la playa!
Kordo, pues desconocía ese episodio, creía que no había habido confraternización en Stalingrado, pero la SGM siempre tiene sorpresas...
Saludos cordiales;
Me encantan todos tus libros; creo que me falta uno y lo deberé conseguir a través de la red.
Sólo comentarte que kirk douglas no era sargento como señala el pie de foto en la película senderos de gloria.
Para cuando el próximo?
Felics fiestas a todos
Gracias colinegro, es verdad, no sé por qué puse sargento, si en la cita que abre el libro lo puse bien: coronel. Tomo nota para corregirlo en la segunda edición, muchas gracias!
El próximo podría caer para abril, pero ya diré algo.
Creo que ya sé que me voy a pedir para Reyes :).
Conocía esta historia, pero a pesar de ello me ha vuelto a poner los vellos de punta.
Enhorabuena por el éxito de tu nuevo libro.
Hola Jes'us! Bueno, estoy fuera de espana y los teclados no son iguales, asi que perdon por la ortografia!!
Te mando este link de youtube, de la cancion pipes of peace de Mc cartney, que es de lo 80 e ilustra muy bien lo que has escrito de la Tregua de Navidad!
Un abrazo!!
http://www.youtube.com/watch?v=NVK_mJrLbmY
Leyendo sobre esta situación, esta fraternidad entre hombres, supuestamente enemigos, que no tienen nada contra los otros, me pregunto porqué todo un ejército se deja dirigir hacia el matadero porque un grupo de políticos y o militares deciden que sea así...lo de la estrategia está muy bien sobre el papel, pero después se pierden vidas para nada. Véase "Senderos de gloria", película imprescindible sobre la IGM.
Felices fiestas a todos.
Hola Jesús:
La verdad es que llevo tiempo viendo este gran blog pero nunca había dejado ningún comentario hasta hoy. Viendo los parrafos que has escrito en el libro me he quedado con los ojos como platos. Si éste hecho hubiera pasado en la SGM, seguramente sería por todos conocido. Pero no; ha pasado en la PGM, la gran desconocida y normalmente a la sombra de la SGM y de la Guerra Civil Española. Esperemos que tu libro nos abra los ojos y nos aficionemos un poco más por ésta guerra.
Un saludo.
Hola, Jesús. Tengo pendiente la lectura de tu libro de la IGM, ya que ahora mismo estoy con "el Reich de los mil años", pero hojeando algunas revistas antiguas he leido una historia curiosa que te transcribo por si no la conoces:
"El Kaiser iba a bombardear Nueva York. Cuando los aliados hacían inventario de los aviones alemane que sobrevivieron a la derrota, en 1919, descubrieron a orillas del Rin un desproporcionado y gigantesco triplano con fuselaje de madera. Había sido diseñado para transportar 4 toneladas de bombas y gasolina que le permitiesen volar 80 horas sin escala, para bombardear Nueva York en el otoño de 1918. En esas fechas aún no se había sobrevolado el Atlántico. El gigante no llegó a terminarse.
Fuente: Muy Interesante nº 95 Pag.31
Un saludo
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