miércoles, junio 19, 2013

EL MISTERIO DE NAZCA


Bien, como ya tenemos aquí el verano y es momento de pensar en viajes, creo que es el mejor momento para rescatar un capítulo de mi viaje a Perú del año pasado que se me quedó en el tintero. Tenía pensado dedicarle entonces una entrada, pero fue pasando el tiempo y hasta hoy, pero, como más vale tarde que nunca, vamos allá.

Es una pena que no la escribiese entonces, porque lo tenía todo mucho más fresco, pero voy a tratar de recordar y dar algunos consejos por si os animáis. Como os dije, Perú es un país muy interesante, que vale mucho la pena visitar. Entre sus atracciones destacan, además de la megaturística -y bastante cara, por cierto- Machu Picchu, las famosas LÍNEAS DE NAZCA.

Para los que éramos niños en los años setenta, Nazca posee un significado especial. Yo leía aquellos libros, que entonces estaban de moda, de J.J. Benítez o Erich von Däniken (vaya par de farsantes, aunque entonces no lo sabía), y veía los domingos por la noche, en la segunda cadena, aquel programa, Más Allá, presentado por Jiménez del Oso (y los viernes, La clave, claro).


Por cierto, me acuerdo que por entonces, a finales de los setenta, la tele ya era en color, pero el único programa que daban en blanco y negro era precisamente el de Jiménez del Oso, lo que contribuía a acojonar más cuando hablaban de espíritus y psicofonías, nada que ver con programas como el Buscadores de fantasmas del Canal Xplora...

Las líneas de Nazca era una de las presuntas pruebas de que habíamos sido visitados por extraterrestres, que las utilizaban como pistas de aterrizaje. Recuerdo haber leído entonces muchísimos libros de OVNI's y eran frecuentes las referencias a las famosas líneas; poder verlas era algo con lo que uno ni podía soñar, pero el año pasado pude cumplir ese sueño.


Tras la visita a Machu Picchu y Cuzco me dirigí en autocar a Nazca. Llegué por la mañana temprano y me dirigí al hotel. Pregunté en recepción cómo sobrevolar las líneas y me dijeron que desde allí me lo podían organizar para esa misma mañana. Pregunté el precio y no me acuerdo a cuánto subía, pero creo que era en torno a los 100 $ USA, más barato de lo que pensaba. Además, incluía el taxi que me llevaría al aeródromo y me traería de vuelta. Dije que sí; esperé una hora y llegó un taxi que me llevó hasta allí.


En el aeródromo pagué el billete y tuve que esperar sobre una hora, un tiempo que aproveché para ver un documental dramatizado que emitían en la sala de espera y que me resultó muy interesante para entender cómo se dibujaron esas líneas. Cuando llegó mi turno salí a la pista y subí a la avioneta.

Por ese precio temía que fuera una avioneta grande, que me tocase en el pasillo y no viese nada, o algo así. Pero nada de eso; era una avioneta de cuatro plazas, estando las delanteras ocupadas por el piloto y el copiloto. A mí me tocó con un chaval suizo-germano que llevaba un tiempo viajando por Sudamérica.

Aquí me tenéis:


El vuelo duró una media hora, pero dio tiempo para ver las líneas más importantes, como el mono o la araña. A bordo te dan un mapa muy claro para ir localizando las figuras y el piloto se esforzaba en dar giros a su alrededor e ir señalándotelas.

Lamentablemente, lo que no ha conseguido el paso del tiempo (allí no llueve nunca), sí lo estamos consiguiendo nosotros, que es ir borrando las líneas por culpa del paso de los todoterrenos. Aún así, todavía se pueden distinguir muy bien.

Pero ahora no os voy a hablar de cómo fueron dibujadas, os animo a que busquéis información y os veías algún documental. Lo que sí os puedo decir que es una de las cosas más impresionantes que he visto nunca. Es increíble que aquellos hombres pudieran crear esas maravillas apenas pertrechados de palos y cuerdas.

Pero esa obra de arte va más allá; a mí consiguió emocionarme, algo que muy pocas atracciones turísticas han conseguido, quizás tan sólo el Taj Mahal y el Salto del Angel.

Cuando vi la famosa figura del astronauta, se me humedecieron los ojos, no exagero; esta foto la tomé desde la avioneta, espero que podáis apreciar:


Aquí la podéis ver más de cerca, en esta foto de internet:


Lo importante de esta figura, para mí, no es que parezca un astronauta, sino que es un saludo de gente que vivió hace unos quince siglos. Al ver esa figura humana saludándote no puedes evitar emocionarte; es un saludo que quedó allí congelado, a la espera de que, dentro de muchos años, alguien pudiera verlo desde el cielo. En cierto modo, era un saludo a NOSOTROS. Los que lo hicieron están más que muertos, pero ese saludo amistoso quedó allí, y ahora nosotros somos unos privilegiados de poder recibirlo.

En esta crónica de Iker Jiménez se transmite también esa emoción. Aunque Jiménez es un poco vendemotos para transmitir misterio y suspense al espectador, en este caso creo que esa emoción no es fingida, sino que está plenamente justificada.

Lo realmente curioso es que, desde la superficie, no se distingue absolutamente nada; al día siguiente, cuando marché también en autocar de Nazca rumbo a Lima, transité por la carretera Panamericana, que cruza ese desierto y, por tanto, un sinfín de líneas, y no se aprecia ninguna de ellas.

Esto te hace reflexionar sobre la fuerza que debía llevar a aquellos hombres, durante generaciones y generaciones, a afrontar aquellos extenuantes trabajos, en mitad del desierto, sin que pudieran llegar a apreciar el fruto de su esfuerzo. Sí, se ha hablado de que pudieron elevarse en globos de aire caliente, pero aún así sigue siendo un misterio lo que les empujó a crear esa maravilla que sólo hoy, desde el aire, podemos apreciar...




viernes, junio 14, 2013

LA ESTAFA DE LAS PREFERENTES Y EL HOLOCAUSTO



Bien, ésta es una de esas entradas arriesgadas, surgidas de una idea que presumo brillante, pero que pueden naufragar si no son bien desarrolladas. Aunque, como cuento con vuesta acrecentada indulgencia, vamos allá.

El otro día escuché por la radio a un director de una entidad bancaria hablando de la estafa de las preferentes, y se me encendió la luz. El decía algo así como que sabía que estaba engañando a la gente, pero que se limitaba a cumplir órdenes. Y eso me recordó, claro está, al Holocausto y la controversia en torno a su responsabilidad.

Sobre el exterminio de los judíos europeos llevado a cabo por la Alemania nazi, siempre surge la misma pregunta: ¿Cómo fue posible? Esa máquina genocida no podía funcionar si no era con el concurso de decenas de miles de personas, desde los encargados de identificar a los judíos, los que los buscaban y detenían, los organizadores de la red ferroviaria que debía conducirles a los campos de exterminio, los maquinistas de esos trenes, el personal de los campos, los operarios que habían construido y montado las cámaras de gas y los hornos... Todos ellos eran piezas de esa maquinaria bien engrasada, pero ¿hasta qué punto todos y cada uno de ellos fueron responsables? E incluso el conjunto de la población alemana de entonces... ¿no lo sabía? Por tanto, ¿no es también responsable?

Por lo que veo, algo parecido sucede con la monumental estafa de las preferentes. Para los que seguís este blog desde fuera de España y no sabéis de qué hablo, os diré simplificando mucho que hace unos cuatro años que las Cajas de Ahorros ofrecieron este producto financiero a sus clientes; lo vendían como si fueran imposiciones a plazo fijo, pero en realidad eran acciones. Lo vendieron a personas mayores, que aceptaban pensando que de este modo sus ahorros estaban a salvo, pero tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria todo se fue al garete y esas "acciones" pasaron a valer nada. La gente acudió a recuperar su dinero, convencidos de que podrían hacerlo tal como se les prometió, para comprobar que les habían estafado.


Por razones que no vienen al caso, conozco como funcionaban las cosas entonces; los directores de oficina tenían que conseguir colocar una cantidad mínima de estos productos tóxicos, a fin de cubrir los objetivos que les habían impuesto sus jefes de zona; supongamos que ese mes, 100.000 euros, y apáñatelas como puedas. Además, cada día debían comunicar los progresos que iban haciendo, para sentir más la presión. De hecho, por entonces las bajas por ansiedad entre los empleados de banca estaban a la orden del día.

Si se iba acercando el final del plazo y, por ejemplo, sólo habían colocado 80.000, llamaban a algún abuelete y le ofrecían meterlo en esa "cuenta". El pobre señor, que confiaba en el director de su oficina de toda la vida, metía los 20.000 euros que tenía ahorrados en preferentes y el atribulado director respiraba aliviado porque cubría así los objetivos del mes. Además, los directores que colocaban más basura de ésta, u otra por el estilo, podían ser premiados con un viaje, por ejemplo.


La comparación con el funcionamiento del Holocausto es evidente. El comandante de un gueto, por ejemplo, veía cómo llegaban cada día más judíos procedentes de a saber dónde. Desde Berlín le decían que era necesario "desalojar", supongamos, a cinco mil judíos para dejar espacio a lo que iban a llegar, y apáñatelas como puedas. Así, se elaboraba una lista con esos cinco mil, y se les ordenaba que se presentasen junto a la estación. El comandante se limitaba a reunirlos y a facturarlos para el destino que se le había indicado.


En cierto modo, el comandante también trabajaba por objetivos; si cumplía, se hacía la vista gorda cuando se quedaba con parte de los bienes arrebatados a los judíos, si no, quizás sería enviado al frente ruso.

Y así, como con las preferentes; entre todos la mataron y ella sola se murió.



Una persona próxima tenía acciones preferentes de Caixa Catalunya; hace unos tres años, como yo veía el cariz que estaba tomando el asunto, con las cajas virtualmente quebradas, le aconsejé que sacara el dinero de ahí y me hizo caso. Vendió las preferentes, a pesar de que la directora de su oficina le juraba y perjuraba que era un producto seguro, y se salvó así de la quema.

Hace unos meses me enseñó la libreta en donde venían reflejadas esas acciones y comprobé el ánimo de engañar con el que fueron comercializadas; a pesar de que son acciones, la libreta tiene el mismo aspecto de una libreta a plazo fijo y uno ha de ser bastante perspicaz para darse cuenta de que le están timando.


Ahora que se ha descubierto el engaño y que miles de personas han perdido todos sus ahorros, viene la cuestión de la responsabilidad. Un juez ya ha encausado a un director de oficina por colocar ese producto a una empresa; seguramente, a cambio de abrirle alguna línea de crédito, el director les obligó a comprar preferentes y de este modo el tío pudo cubrir los objetivos del mes.

De todos modos, es improbable que vayan a encausar a todos los directores que vendieron preferentes, del mismo modo que los Aliados comprendieron que era imposible procesar a todos los alemanes que habían participado de un modo u otro en los grandes crímenes nazis.

Al final, ¿qué pasará? Al igual que sucedió tras la guerra, sólo unos pocos pagarán por lo sucedido. Algún que otro responsable de una Caja irá a la cárcel -para salir al poco tiempo o ser indultado por el gobierno-, pero al que le levantaron la pasta se quedará igual de tieso.

Apuesto a que dentro de veinte años seguirán los colectivos de los afectados por las preferentes intentando recuperar lo que perdieron, y el gobierno de turno ofreciéndoles una justa y pronta solución, como si lo viera. De todos modos, dudo que algún día consigan algo, a no ser que Spielberg se decida a filmar La lista de Bankia...

martes, junio 04, 2013

OPERACIÓN CORNFLAKE



Bien, vamos con una entrada de ésas que justifica la existencia de este blog, ya que os voy a presentar un material de primera.

Como sabéis, el amigo Pedroboso, veterano seguidor del blog y a quien tuve el gusto de conocer cuando vino a Barcelona el pasado verano, posee innumerables piezas de museo del Tercer Reich, que espero pronto poder ir a verlas en vivo y en directo. Entre ellas, hay unas que corresponden a la Operación Cornflake (por cierto, el nombre de esta operación se suele encontrar en singular y también en plural, como en la Wikipedia).

Seguramente ya conocéis los pormenores de esta acción de guerra psicológica ideada por el servicio de inteligencia norteamericano, la OSS, la antecesora de la CIA, que se puso en marcha en la fase final de la guerra, cuando Alemania estaba prácticamente derrotada. El plan consistía en atacar desde el aire los trenes correo alemanes, arrojando también sacas de cartas conteniendo propaganda antinazi. De este modo, al reunir las sacas tras el ataque, el Deutsche Reichpost acabaría encargándose de distribuir esa propaganda entre los ciudadanos germanos.



Las direcciones de los destinatarios se obtenían de las guías telefónicas, y el falso remitente del sobre era un banco o algún organismo oficial. La propaganda podía ser una copia del diario Frankfurter Zeitung, que había sido prohibido en 1943, o del supuesto periódico clandestino Das Neue Deutschland. Los sellos fueron confeccionados en Suiza, y eran de 6 o 12 pfennig, con la efigie de Hitler. En el interior de los sobres se enviaban también los famosos sellos que todos habéis visto, en los que la cara de Hitler se convertía en una calavera, y en los que la leyenda "Deutsches Reich" se transformaba en "Futsches Reich" ("Reich acabado"). Además, tanto las sacas, las marcas postales y demás elementos eran copias exactas de las empleadas por el Deutsche Reichspost; para garantizarlo, la OSS interrogó a los prisioneros de guerra que habían trabajado allí.



La primera misión fue el 5 de febrero de 1945, cuando un tren correo fue bombardeado, curiosamente, en Linz, la ciudad austríaca en la que Hitler pasó su primera juventud. En total se llevaron a cabo diez misiones de este tipo, siendo la última el 31 de marzo de 1945. En total se arrojarían unas 50.000 cartas sobre Alemania.

Sorprende que la OSS dedicase tantos esfuerzos a esta operación cuando la guerra estaba tan próxima a su fin. De hecho, el efecto que produjo sobre la ciudadanía alemana debió ser muy leve, ya que al menos yo no he encontrado ninguna referencia. Ignoro, por tanto, la reacción que tuvieron los alemanes que recibieron esos envíos; supongo que la mayoría de ellos los destruyeron de inmediato para evitar alguna complicación. En todo caso, la Operación Cornflake resultó totalmente irrelevante para el curso de la guerra.

Pues si esta operación forma parte de la pequeña historia de la Segunda Guerra Mundial, el amigo Pedroboso posee una pequeña parte de esa pequeña historia. Sí, amigos, Pedroboso tiene entre su colección unos cuantos de esos sellos utilizados en la Operación Cornflake.

Aquí tenéis sus sellos. Primero, dos ejemplares del Hitler-calavera, uno dentado y otro sin dentar, junto a un sello auténtico para ver la diferencia. El alemán, de mejor calidad, es de un color rojo brillante, y los sellos americanos tienen un color rojo, más claro, a pesar de ser nuevos y con su goma original al dorso.




Y en segundo lugar, aquí tenéis dos hojas bloque, que presentan tres sellos originales de Hitler para ver también la diferencia.








Como podéis comprobar, un auténtico tesoro.

Por cierto, Pedroboso me ha hecho notar la similitud entre el Hitler-calavera y el personaje de Red Skull, enemigo del Capitán América.





¿Casualidad? El comic del Capitán América se creó en 1941 y el personaje de red Skull era un empresario estadounidense que en realidad era un agente nazi. Así que los dibujantes de la OSS tal vez se inspiraron en él para caricaturizar a Hitler, o quizás incluso dio la idea para crear esos sellos, a saber...


Pero, como he dicho, los Aliados no sólo imprimieron sellos de Hitler, también lo hicieron de otros dirigentes nazis, destinados a operaciones de guerra psicológica en la propia Alemania o en países ocupados, como Francia, Bélgica o Polonia. Pedroboso me ha pasado las páginas del catálogo filatélico alemán Michel en donde aparecen estos sellos. No se ve muy bien porque, curiosamente, aunque todo el catálogo Michel está editado en color, las dos páginas en las que aparecen esos sellos están en blanco y negro.

Aquí tenéis, por ejemplo, sellos con la efigie de Himmler:




Este otro, del gobernador general de Polonia, Hans Frank, fue utilizado por la resistencia polaca para enviar propaganda antinazi:




Y estos dos sellos son muy curiosos; hacen referencia a una inminente ocupación del Marruecos francés por parte de los alemanes. Fueron introducidos en Francia, es de suponer para que se extendiese la certeza de que eso iba a ocurrir y, por tanto, para que aumentase el sentimiento antigermano:




Y ésta es la joya de la corona del catálogo. Aunque el precio de la mayoría de estos sellos es asumible para un coleccionista, esta hoja bloque de cuatro sellos Hitler-calavera, pero de frente y no de perfil, cuesta la friolera de 36.000 euros:



Si os ha picado la curiosidad y queréis conocer más detalles sobre la Operación Cornflake y otras similares que llevaron a cabo los Aliados, os aconsejo que entréis AQUÍ.

Pues nada, espero que hayáis disfrutado también de estos trocitos de historia que nos ha brindado Pedroboso, a quien le doy las gracias en mi nombre y en el de todos vosotros.