lunes, junio 28, 2010

Volví de Alemania



Bien, ya estoy por aquí de nuevo. Como sabéis, he tomado Munich como centro de operaciones, para ir desde allí a la localidad que deseaba ir para documentarme con vistas a mi próximo libro y de paso he ido también a Garmisch-Partenkirchen, en donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno de 1936.

Pues bien, he estado muy poco tiempo en Munich, pero ha sido suficiente para advertir que allí ya no quedan alemanes, aunque creo que me pareció ver un policía con pinta de alemán, o de austríaco al menos. Pues sí, todos los que residen allí evidencian un origen extraeuropeo, si consideramos también a los turcos dentro de esa categoría; es normal ver mujeres con el velo integral y algún señor que parece un extra de una peli de Lawrence de Arabia. Ya sé que habrá algún suspicaz que crea advertir un cariz xenófobo en este comentario, pero advierto que no es ésa mi intención, ya que para mí todos son hijos de Dios.

Otra cosa que me ha llamado la atención es que hay muchísimas bicicletas, y que la gente las deja tal cual en la calle, sin atar, mientras que entran en una tienda o a tomar un café. En cambio, aquí en España dejas la bici atada con la pitón a una farola y cuando sales te encuentras sólo el cuadro.

Pues nada, en Munich intenté ver los vestigios de la época nazi, pertrechado con una fantástica guía Past Finder y la verdad es que me llevé una pequeña decepción, quizás porque la he comparado con Berlín y Nuremberg, cuyas visitas me parecen absolutamente imprescindibles para hacerse una idea de lo que fue el Tercer Reich.

En este sentido Munich tiene bien poco que ver; la Hofbräuhaus, en donde se celebró la primera gran asamblea del NSDAP, en la que Hitler expuso el programa de los 25 puntos del partido, es ahora una especie de parque temático de la cerveza, con orquesta bávara, tienda de souvenirs y está hasta arriba de turistas. Otra célebre cervecería, la Bürgerbräukeller, desde la que Hitler inició su intentona golpista de 1923 y donde fue objeto de un atentado en 1939, fue demolida en 1979. En la Königsplatz tan sólo el edificio destinado a Hitler -en el que se firmó el Pacto de Munich-, hoy convertido en escuela de música, y otro edificio gemelo, la central administrativa del NSDAP, todavía perviven, pero los "Templos de Honor" fueron dinamitados por orden de Eisenhower...

Total que, aunque hay cosas para ver -como el campo de concentración de Dachau, que no pude ir por falta de tiempo-, éstas no alcanzan ni de lejos la espectacularidad de lo que se puede ver en Nuremberg. Así que Munich es ideal para irse allí de puente, pero no esperéis grandes emociones, si lo que buscáis es sumergiros en el pasado.

Pues visité la Hofbräuhaus y lo que queda en la Königsplatz, pero -imperdonable error- me había dejado la máquina de fotos en el Hotel. Luego, cuando recuperé la máquina, ya me dio pereza volver a los mismos sitios y preferí visitar los escenarios de los Juegos Olímpicos de 1972. Aún así, todavía me acerqué al centro para comprar el típico souvenir, así que hice la foto del Ayuntamiento, que es la que abre el post.

En las próximas entradas explicaré más cosas, y os pasaré los enlaces para ver algún video del viaje que he subido al Youtube, pero permitidme que os revele la sorpresa que me esperaba cuando llegué a casa, aun a riesgo de despertar vuestra más insana envidia; esta lata de anchoas de Santoña tamaño XXL -de las que el presidente de Cantabria le lleva a Zapatero- y estos sobaos que no se los salta un gitano, enviados por el amigo Javier.



A los sobaos ya les he hincado el diente esta mañana en el desayuno y están de miedo, y las anchoas igual las inauguro para celebrar el pase a Cuartos de la Selección, entremetiéndoles el jerez del amigo Mario...

¡Muchísimas gracias, Javier!, ¡y viva Cantabria!

6 comentarios:

Javier dijo...

Me alegro de que el viaje haya ido bien, aunque me da pena que no hayas encontrado un Munich como todo friki de la SGM desea ver.

Y sobre los sobaos y las anchoas, pues espero no despertar el celo y odio de mi compañero Mario, pero me pareció una magnífica idea la suya de rendir tributo a uno de mis escritores favoritos (y del que tengo el incríble orgullo de poder decir que conozco gracias a este genial blog) por medio de un pequeño y modesto tributo como éste.

Y me queda por decir que las anchoas y los sobaos me han salido baratos, ya que el autor de este blog accedió no solo a autografiarme un par de libros vía correo postal, sino que además fue él mismo quien puso los libros de su biblioteca (Operación Valkiria y Norte contra Sur). Gracias de todo corazón Jesús, y al resto, podéis envidiarme, yo lo hice cuando le visteis en vivo en la Feria del Libro en Madrid :P

http://img17.imageshack.us/img17/7724/p6290181.jpg

No sé si Jesús está dispuesto a abrir la veda de "cambiar comida por libros", pero desde luego parece la postguerra, y a mí me ha salido genial, sobre todo emotivamente, que llevo una alegría hoy... Gracias de nuevo Jesús.

Nacho dijo...

Hola Jesus, si es cierto, uno se lleva una cierta decepción cuando viaja a Alemania esperando ver vestigios nazis. Los americanos son muy dados a la destrucción, quizá porque ellos son unos envidiosos je je ya que casi no tienen nada. Destruyeron todo lo que encontraban a su paso como si fueran un ejercito romano. También destruyeron obras escultóricas de artistas del III Reich. Pero bueno, uno puede caminar por Munich imaginando que por ahí desfilaban Hitler y sus amigos...

En realidad los aliados practicaron con los nazis lo que hoy en día parece una aberración cultural: destruir para no recordar si quiera. Sin embargo, dejaron que el mundo continuara viendo los campos de concentración, lo que me parece algo de muy mal gusto, sobretodo teniendo en cuenta que desde 1945 el ser humano no ha mejorado mucho que digamos...

Pero bueno, a lo que iba, que los americanos son unos envidiosos de pro y arramplaron con todo lo que pudieron.

Curiosamente la jugada les salió fatal, ya que hoy en día todo el mundo sabe quién fue Hitler y pocos recuerdan cómo era la América de la época.

Saludos Jesús.

Mario Tenorio dijo...

Hola chavales:
JH, ya sólo falta que la lista del Mercadona nos la pases por mail y te la mandamos a casa, jajaja.

Esperamos ansiosamente más detalles del viaje (sin ser necesario que nos desveles los entresijos de tu investigación) muniquense.

Es una pena que no hayas podido visitar Dachau.

Bueno, pues bienvenido a territorio patrio y veo que has llegado casi a la par que la demoradísima sentencia del Constitucio

Mario Tenorio dijo...

Sigo aquí, el teclado me ha hecho una jugarreta...

Pues eso sentencia y JH ha llegado casi a la vez.

Saludos desde el sur.

Gándara dijo...

Muy bien Javier!!!! Dejando el pabellón bien alto! si es que los Cántabros somos los mejores embajadores de nuestra tierra. Un amigo me dijo una vez que mostramos un nacionalismo muy sano. Sobaos el Macho! todo un clásico, pero eso sí. con un mordisco que le pegues tienes calorías para pasar toda una semana.

Nacho, me ha resultado muy interesante tu teoría sobre la destrucción cultural a manos de los americanos y dejar en pie los campos de concentración... me la apunto.

Lo de la Lista del Mercadona muy bueno. Y por cierto JH. el otro día mientras veía las noticias en antena 3 y creo que era el acto de la nueva ley para las víctimas del terrorismo. El Lendakari dijo unas palabras simbólicas en la asamblea legislativa de Euskadi y eran las mismas que las que abren tu libro, las de "cuando vinieron a por los judíos yo no me quejé, pues no era judío...."

monsieur le six dijo...

Gracias por contar tu experiencia. Debe ser genial ir a Munich, aunque ya se ve que para temas bélicos no es el destino más adecuado.

Estos días pienso ir a Berlín y, aunque sí hay museos y lugares emblemáticos de la SGM, me ha sorprendido comprobar que casi todos los museos militares están en otros puntos de Alemania, el más cercano Dresde, donde está el Museo del Ejército Alemán.

Mi única opción es el museo de la Luftwaffe, que sí está en Berlín, pero creo que sólo es la Luftwaffe contemporánea, post-SGM. Mi gozo en un pozo.