miércoles, noviembre 30, 2016

ENTREVISTA CON FERNANDO PAZ, AUTOR DE "NÚREMBERG. JUICIO AL NAZISMO"




Bien, amigos, hoy tenemos la suerte de contar con auténtico experto en el juicio de Núremberg, el historiador Fernando Paz, quien acaba de publicar un libro titulado precisamente así, NÚREMBERG. JUICIO AL NAZISMO (La Esfera de los Libros, 2016).

Esta obra, cuya publicación coincide con el 70º aniversario de la conclusión del juicio del siglo, aspira a ser la guía definitiva para el lector español y, según mi parecer, creo que lo consigue. Además de ofrecer una crónica completa y detallada del proceso, no deja de lado los aspectos más controvertidos. En suma, que si hay que tener sólo un libro sobre Núremberg, éste es el libro.

Por cierto, en 2008 tuve ocasión de visitar la sala donde tuvo lugar el juicio. Lo que más me sorprendió fue que resulta más pequeña en la realidad que en los documentales que solemos ver. Aquí estoy junto a lugar ocupado por Hermann Göring.




Vamos allá con las preguntas.


1. Fernando, el proceso de Núremberg resultó controvertido porque, para muchos, las sentencias y condenas estaban fijadas de antemano. ¿Crees que fue así? ¿Consideras que los acusados tuvieron un juicio justo?

Podemos decir sin temor a equivocarnos que lo que en buena medida estaba prefijado era la culpabilidad de los acusados, pero no exactamente sus sentencias. De hecho, durante las últimas fases de la guerra, se argüía que los principales responsables alemanes no debían ser sometidos a juicio, sino sencillamente ejecutados. Es evidente que algunas culpabilidades se daban por descontadas y no merecían siquiera el escrutinio de la justicia.

Una parte de los que se sentaron en el banquillo lo hicieron sólo porque su jefe se había suicidado o había desaparecido. Por ejemplo, Hans Fritzsche era un personaje sin la más mínima importancia, pero Göbbels no podía comparecer en el juicio por obvias razones, y debido a esa ausencia se le sentó a él en su lugar.
Por otro lado, los criterios utilizados para la creación del Tribunal Militar Internacional, incluso la misma existencia de este, son altamente discutibles. Las cuestiones de la territorialidad, de la competencia del tribunal y de la retroactividad se resolvieron de forma harto mejorable…siendo generosos.

Está claro que los acusados fueron imputados por algunos delitos que no estaban tipificados como tales cuando se cometieron.
Las condenas de la guerra de tipo moral pronunciadas antes de la IIGM por los organismos internacionales, en ningún caso establecían penas por la violación de esos acuerdos genéricos ni tampoco creaban tribunal alguno al efecto. En ese sentido, la acusación de conspiración contra la paz y de preparar una guerra de agresión era insostenible.

Si consideramos, además, de quiénes procedía dicha acusación –EE.UU, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética- la imputación adquiere algunos ribetes grotescos.
Seamos claros: la agresividad alemana fue un factor decisivo en el desencadenamiento del conflicto, pero a Hitler lo último que le interesaba era una guerra mundial. Guerras localizadas, controladas, y que le abriesen camino hacia el este para enfrentarse a la URSS, sí. Achacarle el deseo de una guerra contra todos, que jamás podría ganar, es una necedad. Hitler era muchas cosas, pero no un estúpido.

El mayor error fue el de hacer de la imputación de preparar una guerra de agresión la piedra angular de la acusación, algo que debe figurar en el debe del fiscal norteamericano Robert H. Jackson (en la foto). Todo el proceso quedó contaminado por ese hecho.

Por otro lado, no puede ignorarse que el trabajo de los jueces fue muy profesional. Desempeñaron su tarea con imparcialidad, y trataron de aplicarse con esmero jurídico en un momento en que no era fácil. La frecuencia con que se ganaron la recriminación de la fiscalía es muy significativa.

Los acusados, con independencia de su suerte, no tuvieron grandes motivos de queja al respecto de los jueces.

La polémica de la imparcialidad del tribunal, sobradamente justificada, no tiene nada que ver con la actuación de los jueces. Y tampoco hace falta llevar muy lejos el argumento. La corte sólo entendió de los crímenes de guerra perpetrados por los derrotados, dado que el TMI había sido creado sobre esa base.

El caso más notable, pero en modo alguno el único, fue el de Katyn. Miles de cadáveres de oficiales polacos hallados en un bosque ruso, cerca de Smolensk. Los soviéticos –desoyendo el consejo norteamericano, y esto también es muy significativo- acusan a la Wehrmacht del crimen. Lo escandaloso del asunto es que, una vez que se determina la inocencia de los alemanes, se sobresee el caso. Algo muy semejante sucedió con respecto a la guerra submarina o a la invasión de Noruega.

El fiscal Jackson había definido el juicio como “la continuación del esfuerzo de guerra aliado”. Un juicio en el que las pruebas son admitidas en función de cómo afecten a los jueces no puede considerarse un juicio justo.




2. En tu libro apuntas la influencia que, sobre el juicio, pudo tener la masonería, especialmente en la absolución del ex-presidente del Reichsbank, Hjalmar Schacht. Aunque imagino que sobre este tema es difícil contar con información precisa, ¿qué nos podrías decir sobre ello? ¿Su influencia fue realmente importante?

La época que precede a la IIGM es una época en la que la masonería tiene una innegable importancia en países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, con las naturales consecuencias para las relaciones internacionales. Roosevelt y Churchill pertenecían a la masonería desde muchos años antes de que estallase la guerra (1911 y 1901, respectivamente); mientras que la URSS, lógicamente, persiguió a la masonería.



Tampoco ignora nadie que un objetivo básico de la masonería es la construcción de un mundo unificado, globalizado –diríamos en términos actuales-; los objetivos de la coalición occidental, con matices, se corresponden con este propósito y la constitución del Tribunal Internacional Militar de Nuremberg, encaja a la perfección con dicha concepción.

Pero en el caso concreto de Hjalmar Schacht no cabe la menor duda de que salió bien librado por sus relaciones con la alta finanza internacional. La presión efectuada por el notorio masón Montagu Norman fue determinante en la sentencia; a través del juez británico sir Norman Birkett –quien también pertenecía a la masonería- Schacht logró salir indemne.

Es de justicia precisar que otro masón, el fiscal Jackson, puso verdadero empeño en que Schacht no resultase exonerado de la acusación, aunque perdió la partida.




3. En el proceso de documentación, seguramente te has encontrado con alguna sorpresa, como nos suele suceder a los historiadores. ¿Te has topado con alguna? Por otro lado, después de entrar a fondo en el tema, ¿te ha sorprendido alguno de los acusados en particular?

Por supuesto, las sorpresas son frecuentes. Tanto en la historiografía como en los documentos pero, lógicamente, sobre todo en estos últimos.
La verdad es que casi cada página de las actas aporta alguna sorpresa, mayor o menor. Son muy llamativos, por vívidos, los interrogatorios a que fueron sometidos los acusados antes de empezar el juicio.

En cuanto a la historiografía, sigue siendo llamativa la libertad con la que en el mundo sajón se abordan los temas.
Temáticamente, creo que la visión que de Hitler aportaron los acusados y algunos testigos es muy sugestiva. Tuvo lugar en un momento histórico muy concreto, tras la deshumanización del personaje que se produjo durante el Tercer Reich a causa de su divinización, pero antes de la deshumanización posterior causada por su satanización. Así que, en cierto modo, es posible que la valoración del canciller alemán estuviese más ajustada a la realidad que otras anteriores y posteriores.

El problema es que no pocos de entre quienes colaboraron con él le consideraron un genio –los militares como Keitel y Jodl, por ejemplo- y que incluso quienes le detestaban, como von Papen, le caracterizasen también con rasgos genialoides o intelectualmente positivos, como Schacht. No faltaron quienes se sintieron engañados por él.

El caso más notable fue el de von Schirach, el jefe de la Hitlerjugend; pero este también admitía su enorme magnetismo.

En todo caso, la imagen de Hitler como la de un excéntrico exaltado, producto de la propaganda de guerra, fue rechazada explícitamente por los acusados; y, aunque Frick le consideraba inmoderado, no se refería a su persona, sino a su política.


Hay dos personajes que destacan sobre los demás: Speer y Göring. Eran muy inteligentes, pero pusieron esa inteligencia al servicio de objetivos muy distintos. Göring se convirtió en el centro gravitatorio de la resistencia frente a la acusación enemiga, mientras que Speer trató de ganarse al tribunal para salvar la vida, lo que consiguió. Sus comparecencias ante la corte son fascinantes. Ambos se granjearon las simpatías de algunos jueces, pero mientras Göring propició la indignación de los fiscales, estos en cambio fueron mucho más complacientes con Speer.

También es llamativa la defensa de Wilhelm Frick. Su argumentación de que intentó que prevaleciese el derecho mientras fue ministro parecía un recurso para salvar la vida, pero realmente era cierto. No le sirvió para nada; además, era un hombre gris y rondaba los setenta años. Nadie le prestó excesiva atención.
No dejan de impresionar la actitud de Hans Frank, convertido al catolicismo de modo indudablemente sincero, y la hábil y enérgica defensa de su causa que realizó el gran almirante Dönitz.





4. Vamos a hacer historia ficción. Si hubiera habido también un "Núremberg" para juzgar los crímenes aliados, ¿qué crees que hubiera pasado? ¿Qué actos consideras que debían haberse juzgado?

Dentro de la coalición vencedora debería distinguirse con claridad entre los occidentales y los soviéticos. Desde luego, si no es por estos últimos, los alemanes jamás habrían sido derrotados. Creo que no puede haber dudas serias al respecto de esto. Su tributo de sangre fue sobrecogedor; la URSS sufrió 27 millones de muertos, más de cincuenta por cada norteamericano.

Es cierto que este hecho también se debió al modo soviético de hacer la guerra y al absoluto desprecio por la vida humana del régimen comunista; y es también posible que, de haber combatido la Wehrmacht únicamente en el frente oriental, la URSS sola no hubiera alcanzado la victoria. Nunca lo sabremos; pero, en definitiva, estas consideraciones no modifican el hecho de que la guerra se decidió en el Este.

Por otro lado, es indudable que los soviéticos cometieron crímenes del mismo estilo que los alemanes y, en algunos casos, en una cuantía incluso mayor que estos. No parece adecuado que pudieran formar parte de un tribunal internacional que juzgaba crímenes de guerra o el desencadenamiento de una guerra de agresión. Una parte del equipo judicial soviético de Nuremberg había participado en los juicios espectáculo de Moscú de los años treinta; creo que eso lo dice todo.

Los soviéticos estaban incursos en crímenes de guerra del que Katyn es sólo un ejemplo; en guerras de agresión, en violaciones masivas y en crímenes contra la humanidad, incluso contra su propia población.


En el caso del Ejército Rojo hoy ya hay pocas dudas, pero es mucho menor conocido lo referente a los EE.UU., el Reino Unido y Francia.

Poniéndonos en que hubiera habido un Nuremberg que enjuiciase a los Aliados, los occidentales podrían haber sido acusados de llevar a cabo una guerra aérea que visualizó la liquidación de la población civil como objetivo prioritario; de proyectar y llevar a cabo la ocupación de países neutrales; de utilizar a los prisioneros de guerra como mano de obra en condiciones no muy distintas de las que sirvieron para acusar a los alemanes y, además, de hacerlo después de terminada la guerra, lo cual está taxativamente prohibido. Las autoridades aliadas, sobre todo las norteamericanas, alimentaron de modo deliberadamente insuficiente a los prisioneros alemanes, provocando la muerte de muchos miles de entre ellos.

Existen fuertes indicios de que permitieron cuantiosas violaciones en el territorio alemán ocupado. Durante la campaña de 1944-45, el comportamiento con los soldados que se rendían en el frente occidental no fue mejor en el bando aliado de lo que lo era en el alemán; se produjeron muchos fusilamientos que constituyeron auténticos crímenes de guerra.

Algunos responsables estadounidenses concibieron planes criminales, tan criminales como aquellos que condenaron en Nuremberg, como reducir a los alemanes a la condición de pueblo pastoril, privarles de medios de subsistencia e incluso esterilizarlos. Además, no cabe duda de que el conocimiento del Plan Morgenthau fue un inestimable regalo para Göbbels y aceró la voluntad de resistencia de los alemanes, con lo que prolongó la guerra.




5. Por último, nos gustaría saber qué ha supuesto para ti escribir esta obra y cuáles son tus próximos proyectos.

Por muchos conceptos, la elaboración de esta obra ha sido muy trabajosa. Solo las actas del juicio ocupan 16.000 folios, y a eso hay que añadirle la bibliografía, artículos…Por otro lado, el tema es complicado de abordar, dado que sobre el mismo se yergue una especie de sombra ominosa que condiciona la aproximación al mismo. Razón de más para sentirme satisfecho del esfuerzo realizado. Del esfuerzo sí puedo responder, el acierto es cosa que deben valorar los demás.

Respondiendo a la segunda parte de la pregunta, en este momento estoy elaborando –ya anda muy avanzado- un trabajo sobre la posición de España durante la época más polémica de la IIGM, entre 1939 y 1943. Son tres años de trabajo, a partir de documentos alemanes, estadounidenses, británicos, italianos, franceses y españoles. Creo que algunos de los documentos que se aportan sorprenderán a más de uno.


2 comentarios:

isra dijo...

A poco que sea la mitad de bueno que Europa bajo los escombros ya me vale. Otro libro más que caerá en mi próxima visita a la casa del libro.

rafael dijo...

De Fernando Paz he leído su libelo anticomunista "El fracaso de una utopia",y no resiste el menor exámen crítico.

En la entrevista contigo repite el arsenal de tópicos y falsedades antisoviéticas.

*Paz desconoce todas las novedades sobre Katyn que arrojan por la borda la tesis de la masacre soviética: el peritaje paleográfico de 2009, la evidencia constatada de la falsificación de los documentos de Beria, los hallazgos arqueólogicos de Volomyr-Volynsky,etc.

*En Nuremeberg no se demostró la inocencia de los nazis en Katyn, iniciándose ya la guerra fría no se hizo más que una "presentación favorable " a la tesis alemana con algunos testimonios "seleccionados".Fue la base de la Comisión Madden de 1952 que lanzó la tesis canónica sobre "los soviets lo hicieron".

*La imputación falsa sobre el desprecio de la vida humana, es otro tópico recurrente refutado por los especialistas que han investigado el Frente ruso y la guerra nazi de exterminio.

*Es falso ( y repugnante) afirmar que los crimenes soviéticos fueron iguales ó de mayor cuantía que los alemanes, la realidad es que no hubo crimenes soviéticos en la II GM, porque de hecho no existía una política criminal institucionalizada cómo si existía en el III Reich ó en los bombardeos salvajes anglonorteamaricanos.

*El tópico de las violaciones de mujeres alemanas es recurrente también, naturalmente se omite que las leyes soviéticas las penaban incluso con la muerte, el tema está completamente exagerado y distorsionado,el mejor estudio es el de Norman Naimark de 1995 en el que llega a la conclusión sobre una demonización no justificada por el análisis de las fuentes disponibles.

*Sobre los "juicios espectáculos de Moscú" de 1936,1937, 1938,Paz no sabe absolutamente nada y se permite decir naderías.Hay mucha evidencia tanto soviética cómo en Europa y Japón, que corroboran la culpabilidad de todos los imputados, incluyendo los "viejos bolcheviques" como Bujarin,Kamenev y Zinoviev.

Toda esta gente tenía conexiones con Alemania y Japón a través de Trostki, pero Paz no tiene ni idea.

*La idea de que los norteamericanos(supuesto Plan Morgenthau) pensaban en desmantelar la industria alemana y agriculturizar el pais es una absoluta fábula de la "guerra fría", de hecho en 1941 los anglonorteamericanos ya habían decidido que no se iba a tocar un pelo de las estructuras industriales nazificadas y que la Nueva alemania iba a ser un "Estado nazi B".

Autores como gibert Badia( ya en los 60) y norteamricanos como Michell Serry,Gabriel Kolko,Pauwels y otros muchos han demostrado esto hasta la sociedad.

Esto explica la impunidad de la élites capitalistas nazis-incluído el propio Schach- sin necesidad de explicarlo por el "loby" masónico.


En suma, parece que a Fernando Paz le interesa más la fabulación con anteojeras antisoviéticas que llegar a verificar los hechos reales.