jueves, mayo 21, 2015

EL MAESTRO DEL AGUA: UNA VISIÓN DE LA BATALLA DE GALLÍPOLI TAN SORPRENDENTE COMO ARRIESGADA




Bien, amigos, vamos con cositas que tenía pendientes, como era la crítica a EL MAESTRO DEL AGUA, la película sobre la batalla de Gallípoli dirigida e interpretada por el neozelandés Russell Crowe.

Como ya imagináis, no voy a constituirme en crítico de cine, ya que no entiendo del séptimo arte, sino que voy a analizar la película desde el punto de vista de los que nos gusta la historia.

El film trata de las vicisitudes de un padre australiano que busca los cuerpos de sus tres hijos, que marcharon a combatir a Europa durante la Primera Guerra Mundial, concretamente a Gallípoli, en Turquía, en donde murieron. El padre quiere que los restos mortales descansen en tierra australiana, y no piensa descansar hasta conseguirlo.

El planteamiento es prometedor y, a mi juicio, la película responde a lo que se espera de ella, siempre que seamos indulgentes y no esperemos un peliculón.

Pero lo que más me interesaba era el planteamiento que se hacía de Gallípoli. Como sabéis, esa batalla se ha mitificado en Australia y Nueva Zelanda, de tal modo que da la sensación de que los ANZAC ganaron la batalla. Incluso se dice que, en cierto modo, Gallípoli supuso el acta fundacional de Australia como nación.

Por eso me ha sorprendido mucho que la visión que ofrece Crowe, que repito, es neozelandés, no deja traslucir para nada ese heroísmo, sino que me atrevería a decir que simpatiza con la causa turca.




La idea que transmite es que los australianos no pintaban absolutamente nada allí y que los turcos se limitaban a defender su país; por ejemplo, en una escena en el tren, el sargento turco le dice: "no invadas un país que no sabes dónde está", un axioma que se podría aplicar a alguna que otra guerra reciente.

También, el mismo sargento turco, le pregunta qué parte del imperio Otomano se ha quedado Australia. Crowe le responde que, obviamente, no fueron hasta allí para conseguir tierras, ya que no necesitan más, sino que lucharon "por un principio".

El turco se queda perplejo y le dice: "¿Luchan?, ¿mueren?, no se llevan nada... ¡buen principio!".

Crowe baja los ojos, quedándose sin saber qué decir, y el sargento, mirando hacia su superior, le dice en turco: "Debemos hacer negocios con ese país...".




Creo que esa escena resume bastante bien la idea que quiere transmitirnos Crowe, una idea que dudo que haya gustado en Australia y Nueva Zelanda. Para Crowe hubiera sido mucho más cómodo ofrecer una visión heroica de la intervención australiana en la Primera Guerra Mundial, pero ha apostado por una visión tan sorprendente como arriesgada, en la que pone en evidencia lo absurdo de aquella campaña que nuestro amigo Churchill la planteó como un paseo triunfal y que al final acabó como acabó...

Los británicos tampoco quedan muy bien retratados, por las dificultades aparentemente insalvables que le ponen al pobre padre.

Esa simpatía de Crowe con la causa turca se advierte también en el tramo final de la cinta, cuando los turcos se enfrentan a los griegos, a los que coloca unas pintas que les hacen parecer temibles bandidos más que soldados. Creo que tampoco en Grecia habrá caído bien su película. También se entiende que, al parecer, el film haya tenido bastante éxito en Turquia.

En cuanto a la ambientación, hay que reconocer que es muy buena. Estambul está muy bien recreada y los paisajes de la costa de Gallípoli se corresponden bastante con la realidad, aunque haya sido rodada en Australia.




Pues aprovecho que hablamos de Gallípoli para recomendaros que visitéis los escenarios de la batalla. Yo tuve ocasión de hacerlo en diciembre de 1997, durante un recorrido que hice por Turquía en plan mochilero, una experiencia que recomiendo, ya que es un país por el que es muy fácil viajar.

En Çanakkale, que es la población que sirve de punto de partida para visitar la zona, me hospedé en el hotel ANZAC HOUSE. Desde allí organizaban el tour por el campo de batalla; yo era un tanto escéptico sobre la calidad de la excursión, pero la verdad es que me encantó.

La noche anterior al tour proyectaron en el hotel la célebre pelicula GALLIPOLI (Peter Weir, 1981), la interpretada por Mel Gibson, y creo recordar que también algún documental. Por la mañana partimos en un minibus Hyundai, que estaba nuevo, y me parece que éramos apenas cinco o seis personas. El guía era un turco de unos sesenta años que decía ser nieto de uno de los combatientes en Gallípoli (a saber), y que hablaba un buen inglés.

El tour te llevaba por los principales puntos de la batalla, las trincheras, los cementerios, etc.

Aquí me tenéis en unas trincheras australianas que entonces estaban siendo reconstruidas:




Como el guía vio que yo era la persona más interesada en todo lo que explicaba, me regaló estas dos balas en un pequeño estuche.



La mejor conservada es australiana, y la otra es turca. Como podéis imaginar, desde entonces guardo celosamente este pequeño tesoro.


Pues espero que este post os haya animado a ver la película, a pesar de las malas críticas que corren por ahí, a las que no les falta razón en algunos aspectos, pero sería una pena que por hacer caso de ellas os perdiéseis esta original aproximación a lo que supuso la batalla de Gallípoli.



3 comentarios:

lbo dijo...

Todavía no he visto la película, aunque espero verla. De todos modos, a los fragmentos de diálogo que extractas tengo que decir que no termino de compartir el sentido que les atribuyes:

"El turco se queda perplejo y le dice: "¿Luchan?, ¿mueren?, no se llevan nada... ¡buen principio!"."

(...) "Debemos hacer negocios con ese país...".

Si esto se lo hubiese dicho Anthony Quinn a Peter O'Toole en Lawrence de Arabia, o sea el caudillo árabe a caballo, que no reconoce mayor autoridad que él mismo en el desierto, al militar peón del Imperio Británico, tendría un sentido; pero que se lo diga un súbdito otomano a un ciudadano británico, aunque sea de la 'provincia' de Australia o Nueva Zelanda... me parece fuera de lugar. También los otomanos jugaron con los mapas, aunque fuera a escala inferior. Gallipoli está además en
la orilla europea y antiguamente fue territorio de griegos.

Cabría preguntarse por qué lucharon los otomanos. Súbditos de un imperio que ni siquiera tenían un principio que llevarse a la boca; meros títeres en las manos arbitrarias de un sultán y de una jerarquía militarista obsoleta que fue de derrota en derrota hasta la ruina final, con la sola excepción de Gallipoli, y cometiendo un genocidio de por medio.

En fin, perdona el tono de mi mensaje que seguramente no es el más apropiado.

Jesús Hernández dijo...

Hola, Ibo, no hay nada que disculpar, el tono de tu mensaje es correctísimo.

Pues yo capté ese sentido, no veo que chirríe nada, pero siempre estoy abierto a nuevas interpretaciones, saludos,

Alex Puig dijo...

Hola Jesús, gracias por tu post. Interesante. Ayer vi la película y debo confesar que me quedé rato pensando... Es cierto que parece simpatizar con el bando otomano y que los ingleses no quedan muy bien en general, especialmente en el ámbito del ministerio de guerra, pero creo que va más allá planteando una crítica directa y severa a este tipo de enfrentamientos sin sentido que hemos tenido en la historia que nos precede.

Un saludo!
Alex.