martes, mayo 26, 2015

¿PARA QUÉ PUEDE SERVIR EL MONOPOLY?





Bien, amigos, vamos con una de las historias que vienen referidas en mi último libro, PEQUEÑAS GRANDES HISTORIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, que está teniendo una excelente respuesta por parte del público.

Estoy muy contento de que el libro esté arriba del todo en las listas de ventas de Amazon.

Aquí lo tenéis al frente de la lista de libros de Historia Militar, mojándole la oreja a Antony Beevor:




Aquí, en la sección de Historia de los siglos XIX y XX, colocando en el podium la versión en papel y el ebook:





Y aquí, el número 2 de toda la sección de Historia:





Por cierto, ya me están llegando las primeras opiniones de los que habéis leído el libro y, por ahora, son muy positivas, me alegro mucho de que haya cumplido con las expectativas.

Lo que sí os pediría, por favor, es que subáis vuestra valoración a Amazon, o a la librería o foro que soléis visitar, para que así otros lectores se animen también a leerlo.





Pues vamos con esa historia. Como sabéis, los alemanes permitían a la Cruz Roja entregar paquetes a los prisioneros de guerra aliados. Estos paquetes debían contener comida y artículos de higiene. También se permitían barajas de cartas o juegos de mesa para hacer más llevadera la estancia en el campo de prisioneros, lo que sería utilizado por las autoridades militares norteamericanas y británicas para facilitar los planes de fuga de sus compatriotas.

De ello se encargaron los servicios de inteligencia británicos, que se dirigieron a los poseedores de la licencia en Gran Bretaña para vender este juego norteamericano, la compañía Waddingtons, para pedir su colaboración, a la que ésta, obviamente, accedió.


Así pues, las cajas del popular juego de mesa Monopoly fueron utilizadas para enviar valioso material a los prisioneros que tenían planeado escapar. Por ejemplo, las fichas escondían en su interior una brújula, las piezas de Hotel escondían en su interior mapas de la región impresos en fina seda, perfectamente plegados, y el dinero utilizado en el juego ocultaba auténticos billetes alemanes, franceses o italianos, necesarios para la fuga.

Para no despertar sospechas en los alemanes, los propios servicios secretos crearon unas falsas organizaciones caritativas, que fueron las encargadas de enviar los juegos de mesa a los prisioneros a través de la Cruz Roja.





Pero hubo quien encontró otra utilidad al dinero de juguete del Monopoly. Los soldados aliados que liberaron Nápoles consiguieron convencer a las mujeres que se prostituían para poder comer de que esos billetes, con los que pagaban sus servicios, eran vales de ocupación.





Sin embargo, a algunos de aquellos listillos la añagaza para engañar a aquellas mujeres les acabaría saliendo bastante cara, ya que contraerían un nuevo tipo de gonorrea, llamada napolitana, especialmente virulenta. Eso se llama justicia poética, o ir a por lana y salir trasquilado.

Así que me parece que más de uno no volvió a jugar al Monopoly en su vida...




2 comentarios:

Fubar dijo...

Hola, vas a estar en la Feria del Libro de Madrid? Saludos

Jesús Hernández dijo...

Hola, Fubar, de momento no lo tengo previsto, si hubiera novedades aviso, gracias por tu interés, saludos