lunes, mayo 18, 2015

VAYA FIESTA SE MONTARON EN YALTA





Bien, amigos, después de compartir con todos nosotros los valiosos tesoros que tenéis en casa, vamos con una de las historias que se explican en mi último libro, PEQUEÑAS GRANDES HISTORIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, y que estoy seguro de que os va a encantar.




Imagino que, a estas alturas, ya sabéis todo sobre la célebre Conferencia de Yalta de febrero de 1945, en la que Stalin se salió con la suya ante Churchill y Roosevelt, garantizándose el dominio de la Europa Oriental. Ya, de entrada, consiguió que la reunión se celebrase en suelo soviético, cuando sus aliados proponían que el escenario fuera Estambul, Jerusalén, Roma o Malta.

Yo ya sabía que los banquetes auspiciados por los soviéticos estuvieron bien surtidos de vodka y champán de Crimea, pero lo que desconocía era que los Aliados también habían puesto todo de su parte para que en Yalta no faltara de ná.




Todo el que ha montado una fiesta con los amigos ha pasado por ese momento decisivo en el que uno dice "¿qué compramos?". Entonces, normalmente se compra una de whisky, una de ron, una de vodka y una de ginebra, con lo que más o menos se cubren todos los frentes, pero los Aliados, acostumbrados a luchar en varios frentes, no quisieron dejar ninguno desguarnecido...

Así, la lista de intendencia preparada por los proveedores británicos incluía:

- 144 botellas de whisky
- 144 botellas de jerez
- 144 botellas de ginebra

Como eso podía ser poco, el buque británico Franconia, que se dirigía a Yalta por los Dardanelos, transportaría hasta allí:

- 864 botellas adicionales de whisky y ginebra
- 180 botellas de jerez
- 20.000 cigarrillos norteamericanos y 500 puros





Pero, ante el temor de hacer corto en las previsiones, se organizó un envío independiente con el nombre de «Viaje a Yalta 208» que incluía:

- Varios centenares de botellas de vino del Rin, vermut, ginebra Gordon's, whisky Johnnie Walker Red Label -el favorito de Churchill- y King George IV y champán Veuve Clicquot 1928

- 20.000 cigarrillos Chesterfield y Philip Morris y 500 puros David Burns


De todos modos, por si acaso todavía faltaba algo, se encargó al embajador británico en Moscú un envío a Yalta de:

- Una docena de botellas de Château Margaux 1928
- Coñac
- Cerveza
- 48 botellas de Whisky White Horse, Black & White y Vat 69
- 10.000 cigarrillos Players



Como véis, quien se mantuvo seco en Yalta fue porque quiso.





Pero se ve que era una tradición que en las conferencias internacionales ofrecer un amplio abanico de bebidas espirituosas, lo que parece ser que favorecía la consecución de acuerdos.

Así, para la Conferencia de Casablanca, celebrada del 14 al 24 de enero de 1943, a la que asistirían Roosevelt, Churchill, De Gaulle y Giraud, desde Londres se envió una caja de brandy añejo, y desde Argel, Eisenhower mandó tres cajas de ginebra y otras tres de whisky escocés.






Pero la Conferencia de El Cairo, celebrada del 22 al 26 de noviembre de 1943, en la que se encontraron Roosevelt y Churchill con el líder chino Chiang Kai-shek para definir la estrategia aliada contra Japón, se acercaría más a las magnitudes etílicas de Yalta.

En El Cairo se consumieron diariamente 80 botellas de whisky, 34 de ginebra, 12 de coñac y 528 de cerveza.


Así que ya podéis imaginar cómo acabó más de uno en estas conferencias históricas...








3 comentarios:

Conde de Salisbury dijo...

Si vas a repartir el Mundo ... hazlo a lo grande, que no sabes cuando te vas a ver en otra como esa, que una guerra mundial no se gana cada mes.

lbo dijo...

Interesante. Pero que enviasen el cargamento de bebidas por dos rutas y conductos podía deberse a que no las tenían todas consigo, y que temían que uno de los envíos pudiera extraviarse. Lo que llegan a extraviarse las cosas en una guerra es muy alto. Leí algo en este sentido de los extravíos y robos en los preparativos del desembarco de Normandía y era alucinante.

Jesús Hernández dijo...

Tienes razón, Ibo, no había caído en eso, quizás mandaron tantas botellas por temor a que se perdiesen.

Lo de los extravíos, como bien dices, es alucinante; sólo lo he visto explicado en Los cañones del atardecer, de Atkinson, y me pareció tan curioso que lo he referido en mi libro. Hasta desapareció un tren entero cargado de tabaco y otras mercancías, con locomotora y vagones incluidos (!).

Y claro, tratándose de la naturaleza de ese envío, es lógico que temiesen que acabara desapareciendo...