viernes, febrero 26, 2016

STASI, EL TERROR GRIS (3ª PARTE). LAS MUESTRAS DE OLOR





Bien,amigos, vamos a seguir con el interesante tema de la Stasi.

Si habéis visto la película LA VIDA DE LOS OTROS (2006) recordaréis el modo cómo la Stasi obtenía las “muestras de olor” de los detenidos. Durante un interrogatorio, el individuo debía colocar sus manos con las palmas hacia abajo entre las piernas y el asiento, sobre un paño, para que éste quedase impregnado de sudor. Ese paño era luego meticulosamente guardado en un bote de cristal hermético, similar a los que se usan para conservar mermelada.

Este proceso se inscribía en un método pseudocientífico que la Stasi había desarrollado para descubrir delincuentes. La teoría era que todos tenemos un olor corporal propio, que dejamos en todo lo que tocamos. Ese olor se puede conservar y, con la ayuda de perros adiestrados, puede compararse para encontrar una coincidencia.

Así, la Stasi se dirigía con los perros y los botes a los lugares en donde se creía que se había producido una reunión ilegal, y los perros intentaban captar el aroma de las personas cuyo olor estaba encerrado en el bote correspondiente. Igualmente, en caso de fuga, la muestra serviría para que los perros pudieran dar caza al fugitivo.


El método más sórdido para obtener las muestras de olor era entrar en casa del sospechoso y sustraerle una pieza de ropa de las que se usan en contacto con la piel, a menudo ropa interior o calcetines. Obviamente, cuanto estas prendas estuvieran menos limpias mejor.

No sé qué os parece a vosotros, pero el hecho de que el Estado pueda entrar en tu dormitorio cuando no estás y llevarse unos calzoncillos para tenerte fichado, y que unos perros puedan así identificarte o perseguirte, me parece algo tan enfermizo como terrorífico.


En la actualidad, un bote con una muestra de olor está expuesta en el antiguo cuartel general de la Stasi en Berlín, que es al que le hice las fotos que acompañan el post.




Para finalizar, vamos con una entusiasta recomendación. Ayer acabé de devorar EL MURO DE BERLÍN, de Frederick Taylor. Sólo quiero deciros que no disfrutaba tanto con un libro desde que leí ahora hace un año la trilogía de Rick Atkinson, que ya os he recomendado más de una vez.

El libro de Taylor resulta un tanto intimidante, con sus 500 páginas, pero en cuanto comienzas a leerlo las páginas vuelan... Es, sin duda, el libro definitivo sobre el Muro, pero también sobre la historia de Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Además, me ha encantado el sutil humor inglés que desliza el autor, y que se ha mantenido en la excelente traducción. El único defecto que le veo es que no hubiera tenido doscientas páginas más, porque se me ha hecho corto.

Por desgracia, el libro parece estar descatalogado, así que lo he conseguido en una biblioteca. Vale la pena hacer el esfuerzo por localizarlo, hacedme caso.


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