jueves, marzo 31, 2016

VISITA AL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE BUCHENWALD (2ª PARTE). EL ZOO (SÍ, HABÍA UN ZOO...).





Bien, amigos, después de explicaros cómo llegar hasta Buchenwald vamos con la descripción de lo que podéis encontrar en el campo.

El 99% de los visitantes que llegan al campo se dirigen directamente a la puerta de entrada. Sin embargo, yo, que soy tan listo y tan leído, sabía que antes de entrar, a mano derecha, me iba a encontrar con una de las atracciones con las que contaba Buchenwald. Se trata de un pequeño zoo, que se construyó para que sirviese de lugar de recreo a los oficiales de las SS, los guardianes y sus familias.

Como veis en la foto superior, el recinto se encuentra a apenas una docena de metros de la valla que delimitaba el campo de concentración.

La historia del zoo la conocía bien gracias al trabajo de documentación para mi libro BESTIAS NAZIS. LOS VERDUGOS DE LAS SS, una obra que, si no la tenéis, os recomiendo que os hagáis con ella porque seguro que os va a gustar.

En un momento determinado, el recinto contaba, por ejemplo, con un lobo, cinco monos, varios ciervos y cuatro osos, para los que se construyó el foso que veis, aunque entonces estaba excavada la parte interior para que no pudieran saltar. En los primeros tiempos hubo incluso un rinoceronte.



Sobre el papel, el zoo debía servir de lugar de ocio también para los internos del campo, aunque estos sólo podían verlo desde el otro lado de la alambrada.



Según una orden del comandante del campo, Karl Otto Koch -en la imagen superior-, firmada en septiembre de 1938, y redactada en un tono idílico, “los jardines zoológicos de Buchenwald han sido creados para proveer de diversión y entretenimiento a los hombres en su tiempo libre, y mostrar la belleza y las peculiaridades de varios animales que difícilmente podemos observar en estado salvaje”.




En la misma nota, Koch lamentaba el que algunos animales hubieran sido maltratados; por ejemplo, un día apareció uno de los ciervos atado por los cuernos a la valla.

El tratamiento que Koch hacía de este asunto es muy revelador; advertía en la orden que los que habían perpetrado esos actos serían descubiertos, puestos a su disposición y castigados “por crueldad con los animales”, lo que contrastaba con la absoluta impunidad con que se movían los que maltrataban sistemáticamente a los internos.




Otra prueba de que los animales del zoo de Buchenwald gozaban de más protección y mejores condiciones de vida que los prisioneros era su alimentación, mucho más rica y variada que la que éstos recibían.

Incluso en el año 1944, cuando en el campo se padecía una gran escasez de alimentos, los osos, monos y aves de rapiña comían diariamente carne procedente de la cocina de los prisioneros. La dieta de los osos incluía carne, miel y mermelada, mientras los monos recibían puré de patatas con leche, copos de avena, bizcochos y pan blanco. Las sobras de la comida destinada a los animales, que hubiera sido recibida como una bendición por los famélicos prisioneros, era arrojada a los pájaros.

Aquí tenéis en detalle el cartel que se puede ver junto al muro del zoo,en el que aparecen dos adorables oseznos jugando, ajenos a los terribles asuntos humanos que tenían lugar junto a ellos.



Y aquí tenéis una siniestra perspectiva del zoo con el crematorio de fondo.



Pero no sólo el zoo era un lugar de esparcimiento vedado a los internos, sino que éste era una fuente de humillaciones para ellos. Como en teoría estaba destinado a su disfrute, eran los prisioneros los que debían correr con los gastos de mantenimiento del recinto, contribuyendo con el dinero que les mandaban sus familias al pago de los jardineros profesionales que se encargaban de cuidar la instalación.

Igualmente, si moría algún animal, los judíos aportaban un “donativo voluntario en dinero” para sustituirlo por otro. Por ejemplo, en una ocasión uno de los osos logró salir del foso y escaparse del zoo y del campo, lo que provocó la alarma en los alrededores. Unos oficiales de las SS aficionados a la caza formaron una partida para atrapar al plantígrado. Al no poderlo capturar vivo, uno de los oficiales, Arthur Rödl, le acertó con su arma, y acabó posando orgullosamente junto a él.

Koch tuvo que encargar la compra de nuevo oso; el coste del animal, 8.000 marcos, lo tuvieron que pagar los prisioneros judíos. No obstante, parece que la valoración de los animales era bastante arbitraria, ya que un un lobo costaba lo mismo que una ardilla, unos 4.000 marcos.



Aunque es difícil de creer, el interno Eugen Kogon aseguraría que uno de los pasatiempos de los oficiales de los SS era arrojar a los prisioneros al foso de los osos para que fueran despedazados por ellos.

Pues esto es lo que os puedo contar sobre el zoo, un elemento extraño y fuera de lugar en un sitio como ese, pero representativo del delirante concepto que tenían las SS de lo que debía ser un campo de concentración.

En la próxima entrada hablaremos del edificio del crematorio.


martes, marzo 29, 2016

VISITA AL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE BUCHENWALD (1ª PARTE). CÓMO LLEGAR.





Bien, amigos, ya he regresado de mi viaje a Leipzig, Weimar y, el plato fuerte, el campo de concentración de Buchenwald. En esta entrada os diré cómo llegar hasta allí si estáis interesados en ir.

En la siguiente entrada ya os comentaré mi impresión, pero puedo adelantaros que la visita satisfizo totalmente mis expectativas y podría decir que las superaron.

Vamos allá. Buchenwald es un campo que no es tan visitado como otros, como Sachsenhausen -cerca de Berlín- o Dachau -cerca de Múnich- porque está un poco en medio de la nada, en el centro de la antigua RDA.

Sin embargo, ahora es fácil llegar hasta Leipzig, la gran ciudad más cercana, ya que se está revelando como un destino turístico emergente. Vueling tiene vuelos a bajo precio y parece que tienen aceptación, ya que el avión iba completo tanto a la ida como a la vuelta.

Si queréis visitar Buchenwald tenéis dos posibilidades. Una es desplazarse desde Leipzig y volver el mismo día. El tren tarda sólo una hora y cuarto hasta Weimar, la ciudad más cercana al campo, a apenas diez kilómetros. Desde allí, el autobús tarda unos veinte minutos en llegar. Por lo tanto, saliendo pronto de Leipzig, da para aprovechar el día y dedicarle a la visita el tiempo que merece, no menos de cuatro horas si queréis ver todo.

Pero yo os aconsejo vivamente la segunda opción, que es la que he hecho yo. Como el billete de tren es caro (30 euros ida y vuelta), es mejor amortizarlo quedándonos a dormir en Weimar, a la que vale mucho la pena dedicarle unas horas.




Esa histórica ciudad -que dio nombre a la república de Weimar- ofrece un gran atractivo al visitante. Toda ella está repleta de rinconcitos bellísimos, que te trasladan a la vida relajada del siglo XIX.



Mirad esta curiosa casa con "barbas"...



Está todo tan cuidado que no hay nada que rompa ese encanto, ni restaurantes de comida rápida, ni los omnipresentes kebabs, ni casas modernas.





Aquí, el Ayuntamiento:



Fijaos en este restaurante fundado en 1429 (!):







Parece que en cualquier momento te vas a encontrar a Goethe, Schiller o Nietzsche paseando por sus calles y jardines (de hecho vivieron allí).




No obstante, los encantos de Weimar son casi desconocidos fuera de Alemania. En mi opinión, Weimar le da cien vueltas a la sobrevalorada Salzburgo.



Por tanto, nada mejor que combinar la visita a Buchenwald con la de Weimar.




Como datos prácticos, el billete de tren Leipzig-Weimar lo podéis comprar por adelantado en la página en español del DEUTSCHE BAHN. El proceso de compra es rápido y sencillo. Os imprimiréis un par de hojas con los códigos QR que leerá el revisor. Como documento de identificación, os pedirán mostrar la tarjeta de crédito o débito con la que comprasteis el billete.

Cuando lleguéis a Weimar, no hace falta ni cruzar la calle para tomar el autobús. Saliendo a mano derecha, en la misma acera, hay una parada por la que pasan varias líneas de autobús. Debéis tomar la número 6. Pero ojo que algunos autobuses de esa misma línea no van al campo de concentración, sino a Ettersburg, así que aseguraos de que cogéis el autobús correcto.

Si queréis saber los horarios, podéis bajaros este PDF. La parada que corresponde a la estación es Hauptbahnhof.

Esta es la fachada de la estación. (Para los aficionados a la fotografía, esta foto la hice con un mítico objetivo ruso Helios de 58 mm que tenía en una cámara Zenit y que he adaptado a mi cámara Sony A3000, que es la que uso en los viajes por su poco peso. El origen de este objetivo está relacionado con la Segunda Guerra Mundial, pero eso es una historia que contaré en otra ocasión).



El autobús tarda un poco más de la cuenta porque da una vuelta tonta, pero la parada Buchenwald Gedenkstätte es la última, así que imposible perderse.

De todos modos, yo quizás aconsejaría hacer algo que no hice porque no lo sabía, que es bajarse en la penúltima parada, Glockenturm, para poder ver el gigantesco monumento que se construyó en tiempos de la RDA como memorial, y luego cubrir caminando el recorrido que falta.

Esta foto al Glockenturm la saqué a la vuelta con el objetivo ruso, a través de la ventanilla del autobús:



Pues, si vais hasta el final, el autobús os deja frente a la oficina de información, en donde hay disponibles folletos en español, con un pequeño mapa que es imprescindible para no perderse nada de lo que ofrece el recinto del campo y sus alrededores.

Hasta aquí las informaciones prácticas para llegar, por si un día os animáis a ir. En la próxima entrada iniciaremos el recorrido por el campo de concentración de Buchenwald.


sábado, marzo 19, 2016

CERRADO POR VACACIONES DE SEMANA SANTA




Bien, amigos, ha llegado la Semana Santa y, por tanto, el momento de descansar. Por supuesto, habrá quien lo necesite, pero en mi caso estoy en un período de efervescencia creativa y no se me ocurriría ahora irme a una playa a perder el tiempo.

Como ya sabéis, esta Semana Santa regreso a tierras teutonas. El objetivo es un campo de concentración en el que, a pesar de dedicarle bastantes páginas en un libro, nunca he estado. He leído mucho sobre él, así creo que va a ser una interesante experiencia.

Además, ya tengo comprometido un reportaje con una revista de Historia, así que tengo todos los alicientes para disfrutar de mi visita, si es que es pertinente ese verbo para referirme a un establecimiento de estas características.

Después voy a visitar otra prisión de la Stasi. La que visité en Berlín me impresionó, ahora vamos a ver si en ésta siento algo parecido... así que esta visita también promete.

Si tengo tiempo, después echaré un vistazo a los típicos puntos turísticos, lo que visita la gente normal, no los chiflados que, en cuanto tienen cuatro días, se van por ahí a ver celdas.

Como os digo, estoy en una fase activa. Esta semana acabé del todo y envié a mi editor el libro que, si los dioses quieren, será publicado en septiembre-octubre. Debería haber salido esta primavera, pero mi editor me dijo que era mejor apostar por él para la campaña navideña.

También estoy promocionando mi última novedad, la reedición del ¡ES LA GUERRA! LAS MEJORES ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA MILITAR. Ayer sábado lo vi en la mesa de novedades del FNAC de la Illa Diagonal, en Barcelona:



El ¡ES LA GUERRA! no es la única novedad de este primer semestre del año, ya que se ha visto acompañado de otra reedición, en bolsillo, de mi primer libro, el LAS CIEN MEJORES ANÉCDOTAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.



Del ¡ES LA GUERRA! van a salir próximamente dos artículos en un importante medio digital, ya os avisaré.

Por cierto, buena noticia para que los que somos seguidores del historiador Max Hastings. Ayer me encontré por sorpresa con su último libro, LA GUERRA SECRETA. ESPÍAS, CÓDIGOS Y GUERRILLAS 1939-1945:


La obra tiene una pinta inmejorable. Aunque un amigo que lo leyó en inglés, y de cuyo criterio me fío, me ha dicho que no ofrece una visión del tema tan novedosa como podría esperarse, Hastings nunca decepciona, así que éste cae seguro.

Más cosas. Como ya sabéis los que me seguís a través de mi PÁGINA OFICIAL DE FACEBOOK, el viernes participé en el rodaje de una serie documental de un canal temático.

Aquí me tenéis soltando el rollo en un refugio antiaéreo:




Aunque seguro que eso despierta vuestra curiosidad, no puedo daros ningún detalle, debido a una cláusula de confidencialidad que contiene una penalización de un millón de euros. Tendréis que esperar un poco, pero no mucho, hasta la presentación oficial de la serie.

A la vuelta de mi viaje tengo apalabrado otro reportaje para otra revista, y tengo pendiente escribir un prólogo para el libro de un amigo (ya voy con retraso, me va a matar). Y después voy a ver si puedo conseguir el material suficiente para embarcarme en un proyecto de perfil bajo pero que me hace ilusión afrontar... Así que ya habrá tiempo de descansar en verano en una playita.

Pues que paséis unos buenos días de Semana Santa allá donde vayáis. Sed buenos y, sobre todo, no olviden supervitaminarse y mineralizarse.

lunes, marzo 14, 2016

"UNIDOS POR UN SUEÑO" (2011): CÓMO LLEGÓ EL FÚTBOL A ALEMANIA




Bien, amigos, no dejamos Alemania -a donde regreso, por cierto, la semana que viene-, en este caso para recomendar una película de interés para los que, como yo, les gusta la Historia y el fútbol: Der ganz große Traum, que aquí se ha traducido como UNIDOS POR UN SUEÑO.

Fue dirigida por el semidesconocido Sebastian Grobler en 2011.

Aquí tenéis el tráiler:





Eso sí, advierto de que es una de mis típicas recomendaciones at your own risk, es decir, que luego no admito quejas. No es una gran película, e incluso podría pasar por uno de esos telefilms de sobremesa de domingo, así que no os esperéis gran cosa.

La base del guion es eso tan manido del profesor (Daniel Brühl) que quiere ganarse a sus refractarios alumnos empleando métodos heterodoxos... algo que seguro que ya habéis visto en muchas ocasiones, así que no constituye una sorpresa.

También quedan de inmediato definidos los personajes que suelen aparecer invariablemente en estos dramas escolares.





Aun así, el film tiene algunos puntos interesantes, como ver la sociedad alemana de finales del siglo XIX, en la que se incubaban las ideas nacionalistas que luego tendrían tan trágicas consecuencias en el siglo siguiente.

Afortunadamente, la película no es en absoluto pretenciosa, al contrario que aquel horror de LA CINTA BLANCA (2009), que la vendían como un film para entender el origen del nazismo, cuando no era más que un engañagafapastas.

Unidos por un sueño explica cómo llegó el fútbol a Alemania, de manos del profesor interpretado por Brühl, que ha conocido ese deporte durante su estancia en Inglaterra.

Aunque al principio aseguran que la historia está basada en hechos reales, en realidad es una adaptación muy libre. Si queréis conocer la auténtica historia de ese profesor, Konrad Koch, os recomiendo la lectura de ESTE ARTÍCULO muy completo e interesante de la web de la FIFA; como es sabido que ahí se dedican todos a llevárselo calentito, el autor debe ser algún pobre periodista subcontratado.




Como digo, Unidos por un sueño no me parece que sea una gran película, e incluso a tres cuartos del metraje planea peligrosamente sobre ella la amenaza del naufragio, pero esas debilidades quedan en parte compensadas con un final hasta cierto punto emocionante para que los amamos el fútbol.

martes, marzo 08, 2016

DDR MUSEUM. EL PEQUEÑO PARQUE TEMÁTICO DE LA ALEMANIA ORIENTAL






Bien, amigos, vamos con la última entrada con material de mi viaje a Berlín.

En Semana Santa vuelvo a Alemania, así que amenazo con nuevas entradas dedicadas a la Stasi, aunque también habrá lugar para un campo de concentración nazi...

Hoy haremos una visita al DDR MUSEUM, cuya información práctica la podréis encontrar al final.

Este museo, a tenor de la gran cantidad de visitantes que había cuando fui, se ha convertido en una atracción turística más de Berlín. Aunque no es demasiado extenso, ofrece una visión completa de la vida cotidiana en la Alemania Oriental.

Como está enfocado al turismo familiar más que al de los estudioso sobre el tema, su visita resulta bastante entretenida. Es interactivo, por lo que está permitido tocar todo, abrir y cerrar cajones y armarios, fisgonear dentro de la cartera de un escolar, meter la mano en un bote de café, jugar a un futbolín, subir y "conducir" un Trabant... y hasta sentarte en el sofá del comedor de una típica casa de la RDA para ver la televisión.



Y aquí tenéis la cocina:







Tuve la agradable sorpresa de ver esta camiseta de la selección de la RDA que participó en el Mundial de Alemania'74, y que consiguió vencer a los anfitriones por 1-0 en la primera fase.




Ese partido tiene un significado especial para mí, ya que fue la primera vez que vi una retransmisión en color por TV. Entonces tenía siete años y recuerdo, como si fuera ayer, cómo me quedé embobado ante el escaparate de una tienda de electrodomésticos mirando el color azul de las camisetas de la selección germano-oriental...

También me gustó mucho la típica limusina oficial Volvo de los jerarcas de la RDA allí expuesta, pero se me olvidó hacerle una foto, así que esta imagen está sacada de internet.




Aunque también hay espacio para una referencia al aparato represivo de la RDA, el museo juega con la llamada ostalgie (nostalgia del este) dejando una impresión positiva de ese país que dejó de existir casi de la noche a la mañana. Creo que sería impensable un museo similar dedicado al nazismo, por ejemplo. Si sólo se visita este museo, se tendrá una impresión demasiado amable de lo que fue la RDA, por lo que resulta imprescindible combinarla con una visita a la prisión de Hohenschönhausen para ver la otra cara de esa realidad.

En resumen, aunque acudí con cierta prevención por si se trataba de una tourist trap, la verdad es que me resultó más interesante de lo que pensaba. Así que si visitáis Berlín, no os perdáis la visita a este museo, y si vais con niños seguro que se lo van a pasar muy bien en este pequeño parque temático de la RDA.

Información práctica:

Dirección. Karl-Liebknecht-Str. 1. Está en un muelle junto a río, pero hay un gran cartel indicador, así que no tiene pérdida. Está a unos diez minutos caminando desde la Alexanderplatz.

Horarios: Abierto de lunes a domingo de 10.00 a 20.00. Los sábados abren hasta las 22.00 h.

Precios: Adultos, 7 euros. Niños, 4 euros. Los tickets también se pueden comprar on-line en la web del museo, a 5 €/4 €.



jueves, marzo 03, 2016

EN EL PUENTE DE MANDO DE LA STASI




Bien, amigos, seguimos con el material que recopilé en mi visita a Berlín.

Hoy vamos con la sede del Ministerio para la Seguridad del Estado, más conocido como Stasi. Afortunadamente, el interior de este edificio se ha conservado tal y como quedó tras la caída del Muro y la desaparición de la RDA, así que hoy se puede visitar y ver cómo era entonces exactamente.

La información práctica, por si esta Semana Santa decidís hacer una escapada a Berlín, la tenéis al final.

La entrada principal la podéis ver encabezando el post.

En el hall del edificio hay unas banderas y unas figuras de Marx y Engels, así como una camioneta Barkas B 1000 de las que ya os hablé anteriormente.

El museo tiene tres plantas. En la primera hay dos exposiciones muy completas sobre la Stasi y en la tercera hay muestras temporales.

La planta más interesante es la segunda, en la que estaban las dependendencias del jefe de la Stasi, Erich Mielke, que dirigió la organización desde 1957 hasta el final. Estando tanto tiempo al frente de los servicios secretos, no hay duda de que sabía todo de todos. Podríamos decir, salvando las distancias, que Mielke fue el Edgar Hoover de Alemania Oriental.


Su despacho era enorme. Aquí tenéis la parte en la que él se sentaba:




Y aquí, el resto del despacho:




La pieza adyacente es un pequeño cuarto de trabajo personal, en el que no recibía visitas.





Me vais a perdonar que cayese en la tentación de hacerme un selfie en el despachito de Mielke aprovechando que había un espejo:




Al lado hay otra estancia que era una especie de salón comedor, en el que se reunía de manera informal con sus colaboradores:






En la parte derecha de la foto podéis ver una cama, que utilizaba Mielke cuando decidía quedarse a dormir.



También había una pequeña cocina, en la que cada mañana le preparaban el desayuno:




La persona encargada de servírselo tenía esta chuleta, dibujada por el propio Mielke, en la que aparecía exactamente cómo debía disponerse en la mesa.





Además de las dependencias utilizadas por Mielke, había esta sala de reuniones:




De todos modos, si la reunión era presidida por Mielke, se ve que no había mucho debate. Según explica el jefe de la sección exterior de la Stasi, Markus Wolf, en sus memorias (que estoy leyendo ahora y con las que estoy disfrutando muchísimo), Mielke acostumbraba a soltar el rollo durante hora y luego levantaba la reunión.


Aquí, una sala en donde trabajaban las secretarias de Mielke:




Por último, aquí tenéis la sala de descanso o encuentros informales, en la que también podían celebrarse recepciones:




En la parte derecha se ve una escalera; era una salida que utilizaban los dirigentes cuando querían abandonar el edificio de manera discreta.

Para los invitados a las recepciones oficiales había esta pieza adyacente en la que podían cambiarse de ropa y darse el último toque ante el espejo:





Pues por si os animáis a viajar en el tiempo y ver el puente de mando de la Stasi, aquí tenéis unos datos útiles.

La dirección exacta es Ruschestrasse, 103 (aunque para referirse a la sede del Ministerio siempre se habla de la Normannenstrasse),

Es muy fácil llegar en metro. La estación es Magdalenenstrasse (Línea U5), y nada más salir uno se encuentra con una señal que indica la dirección del patio de manzana en el que está la entrada al edificio número 1, que es el que se puede visitar, así que no tiene pérdida.

La entrada para adultos es de 6 euros, más un suplemento de 1 euro para poder hacer fotografías (aunque yo lo pagué para no tener problemas, nadie me pidió en ningún momento la entrada).

Los horarios son:

Lunes-Viernes 10.00 - 18.00
Sábados, domingos y festivos 11.00 - 18.00