miércoles, noviembre 30, 2016

ENTREVISTA CON FERNANDO PAZ, AUTOR DE "NÚREMBERG. JUICIO AL NAZISMO"




Bien, amigos, hoy tenemos la suerte de contar con auténtico experto en el juicio de Núremberg, el historiador Fernando Paz, quien acaba de publicar un libro titulado precisamente así, NÚREMBERG. JUICIO AL NAZISMO (La Esfera de los Libros, 2016).

Esta obra, cuya publicación coincide con el 70º aniversario de la conclusión del juicio del siglo, aspira a ser la guía definitiva para el lector español y, según mi parecer, creo que lo consigue. Además de ofrecer una crónica completa y detallada del proceso, no deja de lado los aspectos más controvertidos. En suma, que si hay que tener sólo un libro sobre Núremberg, éste es el libro.

Por cierto, en 2008 tuve ocasión de visitar la sala donde tuvo lugar el juicio. Lo que más me sorprendió fue que resulta más pequeña en la realidad que en los documentales que solemos ver. Aquí estoy junto a lugar ocupado por Hermann Göring.




Vamos allá con las preguntas.


1. Fernando, el proceso de Núremberg resultó controvertido porque, para muchos, las sentencias y condenas estaban fijadas de antemano. ¿Crees que fue así? ¿Consideras que los acusados tuvieron un juicio justo?

Podemos decir sin temor a equivocarnos que lo que en buena medida estaba prefijado era la culpabilidad de los acusados, pero no exactamente sus sentencias. De hecho, durante las últimas fases de la guerra, se argüía que los principales responsables alemanes no debían ser sometidos a juicio, sino sencillamente ejecutados. Es evidente que algunas culpabilidades se daban por descontadas y no merecían siquiera el escrutinio de la justicia.

Una parte de los que se sentaron en el banquillo lo hicieron sólo porque su jefe se había suicidado o había desaparecido. Por ejemplo, Hans Fritzsche era un personaje sin la más mínima importancia, pero Göbbels no podía comparecer en el juicio por obvias razones, y debido a esa ausencia se le sentó a él en su lugar.
Por otro lado, los criterios utilizados para la creación del Tribunal Militar Internacional, incluso la misma existencia de este, son altamente discutibles. Las cuestiones de la territorialidad, de la competencia del tribunal y de la retroactividad se resolvieron de forma harto mejorable…siendo generosos.

Está claro que los acusados fueron imputados por algunos delitos que no estaban tipificados como tales cuando se cometieron.
Las condenas de la guerra de tipo moral pronunciadas antes de la IIGM por los organismos internacionales, en ningún caso establecían penas por la violación de esos acuerdos genéricos ni tampoco creaban tribunal alguno al efecto. En ese sentido, la acusación de conspiración contra la paz y de preparar una guerra de agresión era insostenible.

Si consideramos, además, de quiénes procedía dicha acusación –EE.UU, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética- la imputación adquiere algunos ribetes grotescos.
Seamos claros: la agresividad alemana fue un factor decisivo en el desencadenamiento del conflicto, pero a Hitler lo último que le interesaba era una guerra mundial. Guerras localizadas, controladas, y que le abriesen camino hacia el este para enfrentarse a la URSS, sí. Achacarle el deseo de una guerra contra todos, que jamás podría ganar, es una necedad. Hitler era muchas cosas, pero no un estúpido.

El mayor error fue el de hacer de la imputación de preparar una guerra de agresión la piedra angular de la acusación, algo que debe figurar en el debe del fiscal norteamericano Robert H. Jackson (en la foto). Todo el proceso quedó contaminado por ese hecho.

Por otro lado, no puede ignorarse que el trabajo de los jueces fue muy profesional. Desempeñaron su tarea con imparcialidad, y trataron de aplicarse con esmero jurídico en un momento en que no era fácil. La frecuencia con que se ganaron la recriminación de la fiscalía es muy significativa.

Los acusados, con independencia de su suerte, no tuvieron grandes motivos de queja al respecto de los jueces.

La polémica de la imparcialidad del tribunal, sobradamente justificada, no tiene nada que ver con la actuación de los jueces. Y tampoco hace falta llevar muy lejos el argumento. La corte sólo entendió de los crímenes de guerra perpetrados por los derrotados, dado que el TMI había sido creado sobre esa base.

El caso más notable, pero en modo alguno el único, fue el de Katyn. Miles de cadáveres de oficiales polacos hallados en un bosque ruso, cerca de Smolensk. Los soviéticos –desoyendo el consejo norteamericano, y esto también es muy significativo- acusan a la Wehrmacht del crimen. Lo escandaloso del asunto es que, una vez que se determina la inocencia de los alemanes, se sobresee el caso. Algo muy semejante sucedió con respecto a la guerra submarina o a la invasión de Noruega.

El fiscal Jackson había definido el juicio como “la continuación del esfuerzo de guerra aliado”. Un juicio en el que las pruebas son admitidas en función de cómo afecten a los jueces no puede considerarse un juicio justo.




2. En tu libro apuntas la influencia que, sobre el juicio, pudo tener la masonería, especialmente en la absolución del ex-presidente del Reichsbank, Hjalmar Schacht. Aunque imagino que sobre este tema es difícil contar con información precisa, ¿qué nos podrías decir sobre ello? ¿Su influencia fue realmente importante?

La época que precede a la IIGM es una época en la que la masonería tiene una innegable importancia en países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, con las naturales consecuencias para las relaciones internacionales. Roosevelt y Churchill pertenecían a la masonería desde muchos años antes de que estallase la guerra (1911 y 1901, respectivamente); mientras que la URSS, lógicamente, persiguió a la masonería.



Tampoco ignora nadie que un objetivo básico de la masonería es la construcción de un mundo unificado, globalizado –diríamos en términos actuales-; los objetivos de la coalición occidental, con matices, se corresponden con este propósito y la constitución del Tribunal Internacional Militar de Nuremberg, encaja a la perfección con dicha concepción.

Pero en el caso concreto de Hjalmar Schacht no cabe la menor duda de que salió bien librado por sus relaciones con la alta finanza internacional. La presión efectuada por el notorio masón Montagu Norman fue determinante en la sentencia; a través del juez británico sir Norman Birkett –quien también pertenecía a la masonería- Schacht logró salir indemne.

Es de justicia precisar que otro masón, el fiscal Jackson, puso verdadero empeño en que Schacht no resultase exonerado de la acusación, aunque perdió la partida.




3. En el proceso de documentación, seguramente te has encontrado con alguna sorpresa, como nos suele suceder a los historiadores. ¿Te has topado con alguna? Por otro lado, después de entrar a fondo en el tema, ¿te ha sorprendido alguno de los acusados en particular?

Por supuesto, las sorpresas son frecuentes. Tanto en la historiografía como en los documentos pero, lógicamente, sobre todo en estos últimos.
La verdad es que casi cada página de las actas aporta alguna sorpresa, mayor o menor. Son muy llamativos, por vívidos, los interrogatorios a que fueron sometidos los acusados antes de empezar el juicio.

En cuanto a la historiografía, sigue siendo llamativa la libertad con la que en el mundo sajón se abordan los temas.
Temáticamente, creo que la visión que de Hitler aportaron los acusados y algunos testigos es muy sugestiva. Tuvo lugar en un momento histórico muy concreto, tras la deshumanización del personaje que se produjo durante el Tercer Reich a causa de su divinización, pero antes de la deshumanización posterior causada por su satanización. Así que, en cierto modo, es posible que la valoración del canciller alemán estuviese más ajustada a la realidad que otras anteriores y posteriores.

El problema es que no pocos de entre quienes colaboraron con él le consideraron un genio –los militares como Keitel y Jodl, por ejemplo- y que incluso quienes le detestaban, como von Papen, le caracterizasen también con rasgos genialoides o intelectualmente positivos, como Schacht. No faltaron quienes se sintieron engañados por él.

El caso más notable fue el de von Schirach, el jefe de la Hitlerjugend; pero este también admitía su enorme magnetismo.

En todo caso, la imagen de Hitler como la de un excéntrico exaltado, producto de la propaganda de guerra, fue rechazada explícitamente por los acusados; y, aunque Frick le consideraba inmoderado, no se refería a su persona, sino a su política.


Hay dos personajes que destacan sobre los demás: Speer y Göring. Eran muy inteligentes, pero pusieron esa inteligencia al servicio de objetivos muy distintos. Göring se convirtió en el centro gravitatorio de la resistencia frente a la acusación enemiga, mientras que Speer trató de ganarse al tribunal para salvar la vida, lo que consiguió. Sus comparecencias ante la corte son fascinantes. Ambos se granjearon las simpatías de algunos jueces, pero mientras Göring propició la indignación de los fiscales, estos en cambio fueron mucho más complacientes con Speer.

También es llamativa la defensa de Wilhelm Frick. Su argumentación de que intentó que prevaleciese el derecho mientras fue ministro parecía un recurso para salvar la vida, pero realmente era cierto. No le sirvió para nada; además, era un hombre gris y rondaba los setenta años. Nadie le prestó excesiva atención.
No dejan de impresionar la actitud de Hans Frank, convertido al catolicismo de modo indudablemente sincero, y la hábil y enérgica defensa de su causa que realizó el gran almirante Dönitz.





4. Vamos a hacer historia ficción. Si hubiera habido también un "Núremberg" para juzgar los crímenes aliados, ¿qué crees que hubiera pasado? ¿Qué actos consideras que debían haberse juzgado?

Dentro de la coalición vencedora debería distinguirse con claridad entre los occidentales y los soviéticos. Desde luego, si no es por estos últimos, los alemanes jamás habrían sido derrotados. Creo que no puede haber dudas serias al respecto de esto. Su tributo de sangre fue sobrecogedor; la URSS sufrió 27 millones de muertos, más de cincuenta por cada norteamericano.

Es cierto que este hecho también se debió al modo soviético de hacer la guerra y al absoluto desprecio por la vida humana del régimen comunista; y es también posible que, de haber combatido la Wehrmacht únicamente en el frente oriental, la URSS sola no hubiera alcanzado la victoria. Nunca lo sabremos; pero, en definitiva, estas consideraciones no modifican el hecho de que la guerra se decidió en el Este.

Por otro lado, es indudable que los soviéticos cometieron crímenes del mismo estilo que los alemanes y, en algunos casos, en una cuantía incluso mayor que estos. No parece adecuado que pudieran formar parte de un tribunal internacional que juzgaba crímenes de guerra o el desencadenamiento de una guerra de agresión. Una parte del equipo judicial soviético de Nuremberg había participado en los juicios espectáculo de Moscú de los años treinta; creo que eso lo dice todo.

Los soviéticos estaban incursos en crímenes de guerra del que Katyn es sólo un ejemplo; en guerras de agresión, en violaciones masivas y en crímenes contra la humanidad, incluso contra su propia población.


En el caso del Ejército Rojo hoy ya hay pocas dudas, pero es mucho menor conocido lo referente a los EE.UU., el Reino Unido y Francia.

Poniéndonos en que hubiera habido un Nuremberg que enjuiciase a los Aliados, los occidentales podrían haber sido acusados de llevar a cabo una guerra aérea que visualizó la liquidación de la población civil como objetivo prioritario; de proyectar y llevar a cabo la ocupación de países neutrales; de utilizar a los prisioneros de guerra como mano de obra en condiciones no muy distintas de las que sirvieron para acusar a los alemanes y, además, de hacerlo después de terminada la guerra, lo cual está taxativamente prohibido. Las autoridades aliadas, sobre todo las norteamericanas, alimentaron de modo deliberadamente insuficiente a los prisioneros alemanes, provocando la muerte de muchos miles de entre ellos.

Existen fuertes indicios de que permitieron cuantiosas violaciones en el territorio alemán ocupado. Durante la campaña de 1944-45, el comportamiento con los soldados que se rendían en el frente occidental no fue mejor en el bando aliado de lo que lo era en el alemán; se produjeron muchos fusilamientos que constituyeron auténticos crímenes de guerra.

Algunos responsables estadounidenses concibieron planes criminales, tan criminales como aquellos que condenaron en Nuremberg, como reducir a los alemanes a la condición de pueblo pastoril, privarles de medios de subsistencia e incluso esterilizarlos. Además, no cabe duda de que el conocimiento del Plan Morgenthau fue un inestimable regalo para Göbbels y aceró la voluntad de resistencia de los alemanes, con lo que prolongó la guerra.




5. Por último, nos gustaría saber qué ha supuesto para ti escribir esta obra y cuáles son tus próximos proyectos.

Por muchos conceptos, la elaboración de esta obra ha sido muy trabajosa. Solo las actas del juicio ocupan 16.000 folios, y a eso hay que añadirle la bibliografía, artículos…Por otro lado, el tema es complicado de abordar, dado que sobre el mismo se yergue una especie de sombra ominosa que condiciona la aproximación al mismo. Razón de más para sentirme satisfecho del esfuerzo realizado. Del esfuerzo sí puedo responder, el acierto es cosa que deben valorar los demás.

Respondiendo a la segunda parte de la pregunta, en este momento estoy elaborando –ya anda muy avanzado- un trabajo sobre la posición de España durante la época más polémica de la IIGM, entre 1939 y 1943. Son tres años de trabajo, a partir de documentos alemanes, estadounidenses, británicos, italianos, franceses y españoles. Creo que algunos de los documentos que se aportan sorprenderán a más de uno.


lunes, noviembre 28, 2016

EL DÍA QUE ARENYS DE MAR FUE OMAHA BEACH




Bien, amigos, ayer domingo fue un día especial, ya que tuvo lugar el segundo capítulo de ese proyecto personal del hiperactivo director argentino Laureano Clavero -del que me declaro fan-, consistente en recrear tres episodios de la Segunda Guerra Mundial, CARENTAN-OMAHA-BASTOGNE.

Para ello cuenta con la inestimable colaboración del resto del equipo de MIRASUD PRO, como el productor Sergio y la maquilladora Ruth, que lo mismo te destripa un soldado que le amputa un brazo o una pierna.




La crónica de la sesión fotográfica correspondiente al primer capítulo, el de Carentan, ya lo pudisteis ver AQUÍ.

Ahora le tocaba el turno al Día D en la playa de Omaha, y si el primero fue espectacular, éste lo fue aún más.

La sesión tuvo lugar en la playa de Arenys de Mar (Barcelona). La primera sorpresa fue el realismo de las defensas costeras germanas, alucinad con esos erizos checos:



Aunque cueste de creer, son de madera pintada, obra de Sergio.

Aquí me tenéis entre dos buenos amigos, Pere Cardona del blog Historias de la Segunda Guerra Mundial, y Manuel Villatoro, periodista del diario ABC.


Al lado veis a algunos de los miembros de los dos grupos de reconstrucción histórica que participaron, la Airborne Lleida 101 Division, Easy Company y la First Allied Airborne Catalunya, dispuestos a meterse en el agua con sus uniformes y equipo, aunque sea a finales de noviembre, y es que para ellos no hay misión imposible, por dura que sea.

La primera foto del proyecto es la que abre el post, pero en los próximos días y semanas podréis ir viéndolas todas en la página de MIRASUD, así como en varios medios de comunicación que se van a hacer eco del proyecto.

Pero bueno, como aperitivo os dejo algunas fotos que tomé yo, en plan Robert Capa, a ver qué os parecen.






Para los que seáis aficionados a la fotografía, os diré que, para conseguir ese efecto antiguo, recurro a un objetivo mágico, el FUJIAN 35mm f1.7 (aunque es genérico y se puede encontrar con otros nombres).

Se trata de un objetivo chino casi de juguete, que apenas cuesta veinte euros en ebay, y que es empleado en cámaras de vigilancia, pero con el que se consiguen unas fotos impresionantes. ¿Que no? Echadle un vistazo a este grupo dedicado al Fujian en Flickr.

Ahora, a esperar las fotos de Laureano, que serán las buenas, e ir pensando ya en la próxima cita: Bastogne.

viernes, noviembre 18, 2016

DOCUMENTAL "ESPAÑA DIVIDIDA. LA GUERRA CIVIL EN COLOR": PUES RESULTA QUE ESTÁ BIEN (QUIÉN LO IBA A DECIR)




Bien, amigos, no sé si visteis ayer el primer capítulo de la serie documental ESPAÑA DIVIDIDA. LA GUERRA CIVIL EN COLOR, que está emitiendo el canal DMAX (que antes era Discovery Max).

Si se os pasó verlo porque no lo sabíais, tenéis que seguir mi Página Oficial de Facebook, en la que voy avisando de los documentales interesantes que van emitiendo las diferentes cadenas.

Lo primero que hay que decir es que yo abrigaba bastantes suspicacias sobre la calidad del documental. Cuando supe que la productora, Minoría Absoluta, era la misma que aquí en Cataluña realiza el programa de humor de TV3 Polònia, me temí lo peor.




Sin embargo, no me duelen prendas en reconocer que el documental posee una gran calidad. Se muestran muchas imágenes que nunca había visto antes. No sé vosotros, pero esas imágenes del desembarco de Alhucemas, o de Franco durante la campaña de África, no recuerdo haberlas visto. Ya en la Guerra Civil, buena parte del metraje que se muestra me ha resultado novedoso, a no ser que no haya visto suficientes documentales de este conflicto, que también podría ser.

En todo caso, el documental no da sensación de déjà vu, como me temía, sino que sorprende a cada momento.

Más cosas; creo que se ha hecho un buen trabajo con el coloreado, y más teniendo en cuenta la laboriosidad que implica este proceso.



Como ése es un proceso bastante caro, temía que las escenas en color fueran contadas, y que el resto fueran minutos de relleno con infografía, intervención de historiadores, etc. Pero no, todos los minutos son de imágenes en color.

Y llegamos al tema más peliagudo, el guion. La Guerra Civil sigue siendo, ochenta años después, un tema controvertido, que levanta mucha polémica, qué os voy a contar. Sobre varios episodios de la guerra los historiadores siguen sin ponerse de acuerdo y estamos lejos de llegar a una historia aceptada por todos, ya que se suele usar de arma arrojadiza.

Yo también me temía que el documental mostrase un sesgo determinado, pero me ha sorprendido positivamente el esfuerzo que se ha hecho para alcanzar un cierto equilibrio.




A un amigo historiador que debía escribir un capítulo dedicado a la Guerra Civil le dije que lo máximo a lo que podía aspirar era a salir vivo de ahí. Es imposible escribir algo que guste a todos, así que, al menos, hay que tratar de no llevarse muchos palos. El documental hace ese esfuerzo y consigue salir vivo, lo que ya es bastante.

Por ejemplo, sobre la famosa matanza de Badajoz los historiadores barajan cifras que van de varios cientos a cuatro mil; en el documental se habla de mil, así que se opta por la "franja baja". Igualmente, cuando refieren las matanzas de Paracuellos hablan de dos mil ejecutados, cuando posiblemente fueron unos cuatro mil. Total, que se ha apostado por un "ni pa ti ni pa mi" que no gustará a nadie, pero al menos no se intentan cargar las tintas en uno u otro sentido.




Del mismo modo, ponen en pie de igualdad el asesinato de Federico García Lorca y la ejecución de José Antonio Primo de Rivera. No sé si eso es pertinente o no, y habrá a quien eso no le guste, pero hay que reconocer ese intento de no situarse en un bando y tratar de alcanzar un cierto consenso en un asunto que levanta tantas ampollas.

En suma, que debemos estar contentos de contar con un documental al estilo de la factoría Apocalipsis de nuestra Guerra Civil. Este primer episodio ha dejado a Franco a las puertas de Madrid, así que deseando que llegue el próximo jueves para ver qué sucede...


viernes, noviembre 11, 2016

CANICATTI: LA MATANZA DE CIVILES EN SICILIA QUE LOS NORTEAMERICANOS NO QUERÍAN QUE SUPIERAS




Bien, amigos, está semana he estado liado con cuatro artículos que tengo que publicar en el número de enero de la revista MUY HISTORIA. En uno de ellos, hago referencia a unos hechos que son muy poco conocidos, y que creo que os pueden resultar de interés.

Sobre la campaña de Sicilia, en julio de 1943, supongo que ya conocéis la llamada masacre de Biscari, en la que dos grupos de prisioneros italianos, en los que había también varios alemanes, fueron asesinados a sangre fría después de ser capturados. El episodio está muy bien relatado en el libro de Rick Atkinson El día de la batalla.

Pero hubo otra matanza en Sicilia, que es menos conocida, y en la que las víctimas fueron civiles inocentes.

En el pueblo de Canicatti hicieron su entrada los estadounidenses el 10 de julio de 1943. Aquí vemos el pueblo bajo el fuego de la artillería.



Cuatro días después, los lugareños, la mayoría mujeres y niños, entraron en la fábrica de jabón Narbone-Garilli a través de un agujero en la pared que había abierto el bombardeo. La gente acudía pertrechada de cubos para llenarlos de jabón líquido, un bien muy preciado, ya que había una gran escasez de artículos de higiene a consecuencia de la guerra.

Los policías militares norteamericanos, con el teniente coronel George H. McCaffrey al mando, llegaron a la fábrica para impedir el saqueo e intentaron dispersar a la multitud, sin éxito. McCaffrey perdió los nervios y ordenó a sus hombres que dispararan sobre los civiles para ahuyentarlos, pero estos, horrorizados, no obedecieron.

El teniente coronel, entonces, sacó su revólver Colt del calibre 45 y comenzó a disparar a sangre fría contra la multitud, recargando su arma en dos ocasiones. Se desconoce la cifra total de civiles asesinados, que pudieron llegar a ser dieciocho o incluso veintiuno.

Aquí están los habitantes de Canicatti dando la bienvenida a los norteamericanos. En ese momento no habrían podido imaginarse lo que iba a ocurrir cuatro días después.




Las autoridades militares abrieron una discreta investigación sobre el incidente, pero McCaffrey, que aseguró que tan sólo “seis saqueadores resultaron lesionados mientras huían”, salió indemne de ella. McCaffrey murió en 1954. Curiosamente, su hija, Anne McCaffrey, llegaría a ser una famosa escritora.

Los hechos permanecerían en secreto hasta 1998, cuando los dio a conocer públicamente un investigador de la Universidad de Nueva York, Joseph S. Salemi, hijo de uno de los soldados que fueron testigos de la matanza, Salvatore Salemi, quien recordaba, por ejemplo, que un niño de unos doce años murió de un disparo en el estómago.

Gracias a ese investigador conocemos ahora esta masacre que las autoridades militares norteamericanas trataron de mantener en secreto.

Por último, no quiero dejar de agradecer las fotos que me vais mandando de la presencia en las librerías de mi último libro, ¡JAPÓN GANÓ LA GUERRA! LA HISTORIA DE AUTOENGAÑO MÁS EXTRAORDINARIA DEL SIGLO XX.

Aquí tenéis una muestra:


Agradezco también las opiniones que me vais haciendo llegar sobre el libro, que, de momento, están siendo todas positivas.

domingo, noviembre 06, 2016

"XX. UN SIGLO TEMPESTUOSO", DE ÁLVARO LOZANO. UNA DETALLADA CRÓNICA DEL SIGLO QUE MÁS NOS PONE




Bien, amigos, seguimos con las reseñas. Hoy vamos con la del libro que leí hace un par de semanas, XX. UN SIGLO TEMPESTUOSO (La Esfera de los Libros) del historiador Álvaro Lozano, bien conocido por todos vosotros.

He esperado hasta ahora para no adelantarme a mi reseña que ha publicado la revista LA AVENTURA DE LA HISTORIA en el número de noviembre. La que figura a continuación es básicamente la misma, aunque ampliada y adaptada al lenguaje más cercano del blog. Vamos allá.

Si hay un reto susceptible de amedrentar al historiador más resuelto, éste podría ser el de tratar de encerrar la historia del tempestuoso siglo XX en apenas seiscientas páginas. Si además hay que ofrecer una versión fresca y estimulante de unos hechos ya conocidos, atraer tanto la atención del gran público como del lector especializado y encajar todas las innumerables piezas de ese puzle histórico, lo más prudente es escurrir el bulto y dejar que sea otro historiador el que fracase en el intento. A mí me tendrían que pagar mucho para aceptar meter horas y horas en un libro como éste, en el que hay que hacer encaje de bolillos.

Sin embargo, Álvaro Lozano ha sido tan insensato como para aceptar ese desafío ante el que el propio Hércules flaquearía y Stajanov se pediría algún día libre. Así, el autor, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se ha lanzado a escribir la crónica del siglo que, sin duda, más nos pone, con esas guerras mundiales y esos dictadores. A ver qué siglo supera eso (por ahora el XXI es un aburrimiento, y lo seguirá siendo a no ser que Trump gane el martes).

El autor ha aprovechado su dilatada experiencia en el género de la divulgación histórica para confeccionar un brillante trabajo que cumple de sobras con los presupuestos apuntados. Destacan por su fértil inspiración los capítulos dedicados a los avances técnicos de principios de siglo, la explosión cultural del período de entreguerras, la explicación del crack de 1929 para dummies como yo, o los efervescentes años sesenta.

Esta detallada crónica no se deja nada en el tintero. Ahí figuran todos los hechos dignos de ser mencionados, repasando los cinco continentes y los principales países. Hay que reconocer el esfuerzo que Lozano ha realizado para orientarse, por ejemplo, en la historia de China, que nos resulta tan ajena. Así que nadie podrá acusarle de eurocentrismo.

También hay que destacar las pertinentes referencias a las novelas inspiradas en el episodio histórico que se trata en cada momento, lo que sirve para hacer un repaso de aquellas novelas que nos marcaron cuando teníamos veinte años. Alguna de ellas me dan ganas ahora de releer, como El desierto de los tártaros de Buzzati.

Además, Lozano no se conforma con transitar por los caminos más trillados, así que prescinde de tópicos y lugares comunes, ofreciéndonos las interpretaciones historiográficas más recientes y llevándose algún que otro mito por delante, como el del monolitismo del sistema político nazi.

Hay que aplaudir también que haya optado por prescindir del aparato crítico en aras de la agilidad de la obra, es decir, que el texto carece de esos pies de página que resultan útiles en un trabajo académico, pero que a veces estorban un poco en un texto de carácter divulgativo.

En resumen, que XX. Un siglo tempestuoso merece, sin duda, alcanzar el distintivo de libro de referencia para todo aquél que quiera conocer y comprender el siglo XX.

miércoles, noviembre 02, 2016

"EL GRAN DELIRIO", DE NORMAN OHLER: UN LIBRO QUE DA LO QUE PROMETE (CONTRA TODO PRONÓSTICO)




Bien, amigos, seguimos con las reseñas de los libros que voy leyendo.

Últimante he imprimido más velocidad a mis lecturas porque nos estamos acercando a final de año y apenas llevo leídos 19 libros, cuando debería llevar unos 30 como mínimo. Así que hoy he terminado EL GRAN DELIRIO. HITLER, DROGAS Y EL III REICH, de Norman Ohler, publicado por Crítica.

He de deciros que, cuando lo vi por primera vez en una librería, lo hojeé y me pareció interesante, pero no se me pasó por la cabeza comprarlo. La utilización del Pervitin es bastante conocida, y sobre el consumo de drogas por Hitler ya han surgido muchas informaciones, además de documentales esclarecedores.

Así que cuando asistí a la campaña de publicidad de este libro que Crítica ha lanzado por tierra, mar y aire -tenemos entrevistas del autor hasta en la sopa, lo llegué a ver en un telediario de la noche en TVE-, pensé que el libro no era más que un producto de marketing para seguir explotando la figura de Hitler.



Sin embargo, un amigo de cuyo criterio me fío, me lo recomendó, y ahí cambió mi visión de esta obra.

El libro prometía una nueva visión de la Blitzkrieg, analizando el papel jugado por la metanfetamina en las tropas, así como revelaciones sobre Hitler y las drogas. Y la verdad es que Ohler cumple con lo que promete. Aunque podéis imaginar que he leído bastante sobre estos asuntos, el libro me ha proporcionado datos que no conocía.

Además, me ha sorprendido gratamente el estilo de escritura. Ohler es un novelista que se ha atrevido a escribir este libro de no ficción, y el experimento ha dado buen resultado. Hay tramos del libro, como los de la relación entre Hitler y el doctor Theodor Morell (ambos en la foto), que tienen la tensión y la fuerza de una novela.


Por otro lado, resulta pertinente el uso de palabras de argot del mundo de la droga, así como un sutil sentido del humor. Aunque era difícil, Ohler consigue encontrar el tono justo para abordar el tema, alejándose tanto del academicismo como de una excesiva vulgarización.

El único peligro de esta obra es caer en el monocausalismo, aunque el autor ya alerta de eso. Pero, aun así, lo que explica Ohler ayuda a entender mucho mejor determinados hechos y situaciones.

Por último, su ajustado precio pese a ser de tapa dura, 21.90 euros, hacen de este libro una pieza muy apetecible.

En resumen, si os interesa la figura de Hitler, creo que esta obra no puede faltar en vuestra biblioteca.